Carlos Arturo Baños Lemoine.
Bueno, pues ya mañana presenciaremos un acto más de nuestro teatro político nacional. Todo apunta a que las urnas favorecerán a Claudia Sheinbaum, y no porque lo digan las cada vez más desprestigiadas casas encuestadoras: lo dice la realpolitik.
Estamos ante una elección de Estado diseñada desde el Palacio Nacional; una elección de Estado como las que llevó a cabo exitosamente, y por décadas, el PRI-gobierno. Desde que AMLO llegó a la Presidencia de la República se dedicó a tejer alianzas perversas pero muy útiles para garantizar los triunfos de su maquinaria electoral. Y resultaría estúpido pensar que con una pésima candidata, como lo ha sido la feminista-populista Xóchitl Gálvez, “la oposición” pueda derrotar a dicha maquinaria.
La Cuarta “Transtornación” Mental tiene 23 entidades bajo su poder, es decir, tiene 23 gobernadores que actuarán como señores feudales movilizando los caudillajes y los bandidajes locales. Por otro lado, la 4T tiene un “pacto no escrito” con la delincuencia organizada, que está de plácemes con la inmunidad y la impunidad que le han garantizado los “abrazos y besos de AMLO”.
Además, los militares están muy contentos gestionando buena parte de la grandes obras y las grandes áreas administrativas de la 4T (como las aduanas y los puertos), donde las puertas de la magna corrupción pueden abrirse a voluntad. En tanto, las centrales obreras y los sindicatos se han subordinado, como siempre, a la “política del palo y de la zanahoria”.
Las empresas privadas, que a diario se quejan de la asignación discrecional de los contratos gubernamentales, no dudan en formarse en la fila de las asignaciones discrecionales de los contratos gubernamentales. Y hasta las grandes empresas de comunicación (empresas al fin y al cabo), se han mostrado funcionales a los intereses obradoristas.
Y lo más importante: allí está la enorme masa electoral que será acarreada para “defender los programas sociales”, es decir, para defender el sistema oficial y legal de compra de votos basado en las relaciones clientelares entre políticos populistas y grupos sociales parasitarios.
Y lo peor de todo: “la oposición” cree que la clase media y los jóvenes podrán darle la vuelta a la tortilla. Pobre oposición, sigue sin comprender que la clase media tiende a ser acomodaticia y que nuestra juventud actual, salvo excepciones insignificantes, vive anclada a intereses mezquinos de corto plazo y a ideologías “progres” sin impacto real.
Cierto es que mucha gente saldrá a votar por “la oposición”, sin duda alguna, pero sólo con la esperanza realista de constituir un contrapeso efectivo al régimen morenista.
La expectativa más realista es que las cosas queden como hasta ahora: Presidencia morenista sin mayoría calificada en el Congreso de la Unión. A ver qué nos dice, mañana, la siempre cruda realidad.
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