Raúl Flores Martínez.
No hay plazo que no se cumpla, ahora les toca a los mexicanos salir a las urnas para dar su voto a su candidato o partido preferido; muchos lo han dicho hasta el cansancio que son las elecciones más grandes de la historia del país; sin embargo, son las que más se han manchado de sangre.
Tan solo de marzo a la fecha se han tenido más de 232 ataques, ejecuciones de candidatos, familiares y equipos de los mismos aspirantes, lo que marca estas elecciones bajo el asedio del crimen organizado, esos delincuentes que reciben los abrazos del gobierno federal.
Entidades como Chiapas, Guerrero, Guanajuato, Morelos, Puebla, Michoacán, Baja California, Veracruz, Estado de México y Oaxaca han sido las entidades que más han aportado ataques y muerte de candidatos a un puesto de elección popular.
Los casos más recientes son la ejecución del candidato a la presidencia municipal de Coyuca de Benítez, Guerrero y al candidato a una regiduría del municipio de Izúcar de Matamoros, Puebla, quienes cayeron bajo las balas de nadie sabe quién; pero sabemos que fueron los sicarios del crimen organizado.
Estas elecciones tendrán el sabor amargo de la delincuencia organizada que doblegó y puso de rodillas al gobierno de la Cuarta Transformación, quienes tendrán que pagar sus cuotas de dinero, sangre y muerte en los próximos meses.
Si no me creen, solo basta ver la radiografía del crimen organizado en México para saber que, en este sexenio, algunos cárteles que se pensaban extintos nuevamente están en la lucha por las plazas, gracias a las alianzas que se lograron bajo el amparo del poder Ejecutivo.
Aun así, se tiene la oportunidad de ir a votar en las entidades donde la maña no controle los gobiernos, esos ciudadanos deben de tener algo claro, ningún candidato les cambiará la vida, ninguno cambiará este país para hacerlo de primer mundo.
Quién tiene el poder de iniciar el cambio en el gobierno es uno mismo, respetando las leyes más sencillas como no pasarse los altos, no correr cuando el semáforo peatonal está en rojo, no circular con la bicicleta sobre las banquetas, cosas sencillas que cambiándolas se irá cambiando el país.
Es su oportunidad de votar, vaya e invite a los suyos, bajo el precepto de no influir en la decisión de los acompañantes, está a un paso de ejercer la democracia y la libertad para escoger al gobernante o legislador, no decida por la presión de un apoyo social que por ley, seguirán entregándose, sea cual sea el partido político del país.
