Rubén Cortés.
Con el resultado oficial de las elecciones del domingo, perderá el prestigio y el negocio una de las dos modalidades de encuestar en el país: la que encuesta casa por casa y a teléfono fijo; o la que usa un robot para preguntar por teléfono celular.
Las tradicionales (periódicos, Mitofsky, Parametría, Enkoll, Demoscopia…) que pronostican que Claudia Sheinbaum será un fenómeno electoral sin parangón en la historia; y la novedosa Massive Caller, que es la única da el triunfo a la opositora Xóchilt Gálvez.
Antes tan dispar trabajo, si fueran empresas honorables, las que fallen en sus pronósticos tendrían que renunciar a su labor como medidoras de la opinión de los mexicanos, porque habrán quedado como descaradas valedoras de intereses políticos.
En la política mexicana, de mucha saliva y estómago de zopilote, se conoce el chiste de que las casas encuestadoras son como una rocola: les echas una moneda y cantan lo que les pidas. Como en la vida, algo de eso es cierto. Pero, como en la vida, no todo.
Pero, pensemos bien, e intentemos un análisis de las encuestas de las empresas tradicionales:
Encuestan básicamente con llamadas a teléfono fijo, al igual que se hacía hace 30 años, cuando en los hogares había teléfonos fijos; y lo hacen de puerta en puerta, como era antes de que en México mataran a 100 cada día y el narco controlara un tercio del país.
Y no es solamente que ya casi nadie usa teléfono fijo: es que casi nadie toma una llamada sin saber quién es, porque piensa que es para extorsionarle. Y existen pocos mexicanos que abren la puerta a desconocidos: piensan que puede ser un asesino o un ladrón.
No les toman la llamada, ni les abren la puerta. Roy Campos (Mitofsky) admite que no le abre la puerta el 60 por ciento de quienes quiere encuestar. O sea, con lo que logran pepenar, las encuestadoras tradicionales dan 20 puntos de ventaja a la candidata oficialista.
Quienes les abren la puerta es por creer que los encuestadores son los del gobierno que regalan lana como “programas sociales”. Al escuchar que son encuestadores, no se fían de todos modos y, por si las moscas, dicen que votarán por la candidata oficialista.
Pero, pensemos bien, e intentemos un análisis de las encuestas telefónicas automáticas de Massive Caller:
Una máquina llama básicamente a teléfonos celulares. Según los estudios de este estilo de encuestar, su confiabilidad está en que los mexicanos le contestan con la verdad a un robot, porque éste no los puede extorsionar ni hacerle trampas con las becas.
Estamos frete a dos estilos diametralmente opuestos de encuestar. De ahí, sus resultados tan distintos.
Y sólo uno tendrá la razón.