“Pinky Taddei”

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Guadalupe Taddei Zavala ha hecho buenos los pronósticos de quienes nunca tuvimos duda de que llegaría a la presidencia del Instituto Nacional Electoral como la tonta útil que el presidente de la República quería incrustar en el árbitro electoral, uno de los organismos que se ha empeñado en destruir, por no decir el que más.

La obvia parcialidad de la sonorense a favor de la mal llamada Cuarta Transformación, la ha imposibilitado siquiera de nombrar a los principales cuadros del INE, en franco debilitamiento pero todavía con estructura suficiente para resistir el embate del oficialismo hasta la elección del 2 de junio, cuyo resultado pasa por recuperar la dignidad y la fortaleza de un árbitro electoral ciudadano y autónomo.

Y para muestra, un botón: la misma Taddei que hace caso omiso y deja pasar ostensiblemente la intervención ilegal del presidente de la República en el proceso electoral, la misma que muestra más atención a los llamados de Palacio Nacional que a los de la ciudadanía a la que supuestamente se debe, cayó en la trampa y se metió en el falso debate del uso del color oficial del INE por parte de la llamada Marea Rosa, fundamental en el ascenso de Xóchitl Gálvez hacia la candidatura opositora por la primera magistratura del país.

Pero ni el instituto electoral es propiedad de su consejera presidenta, ni el tono rosado de nadie. Aún así Taddei, que no se ha atrevido a revisar el uso indebido de la cromática del partido Morena en la aplicación de programas sociales gubernamentales con recursos públicos, nos quiso prohibir que vistiéramos de rosa en la multitudinaria manifestación de este domingo.

Y así, la espontaneidad ciudadana -con un empujoncito de la obsesión de la 4T por descarrilar cualquier asomo de oposición vigorosa- lograron pintar de rosado el Zócalo capitalino.

Cientos de miles de mexicanos clamamos ahí no sólo el desprecio por el autoritarismo y la concentración de poder, sino el inquebantable deseo de un México democrático, políticamente equilibrado y con contrapesos constitucionales.

Las descalificaciones mañaneras, los linchamientos públicos desde el atril presidencial, los boicots disfrazados de libre expresión en la plaza pública o de contingencias ambientales, y la locuaz y despropocionada voluntad de Guadalupe Taddei por decirnos de qué color vestirnos, fueron gasolina para un evento histórico, previo a una votación en la que todavía hay esperanza.

Gracias, doña Pinky Taddei, por recordarnos que si bien el INE hizo posible el triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador, ni él ni usted podrán destruirlo y así como llegó el hoy aspirante a autócrata, llegarán otros. Y con nuesto voto, premiaremos o castigaremos la gestión pública. Como debe de ser, pues.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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