Por Rubén Cortés
Puebla es con CDMX y Veracruz los estados que el régimen tenía en la bolsa, para repetir gubernaturas, pero ya pocos creen que el candidato oficialista Alejandro Armenta derrote al opositor Eduardo Rivera. Armenta subió como rayo y baja como trueno.
Ayer, por ejemplo, perdió de calle el Segundo Debate del INE y salió con el mote de “Candidato Armentiras”. Dos mediciones públicas de TELEDIARIO Puebla indicaron que Rivera tuvo en una 60.6 por ciento de votos por 35.4 Armenta; y en la otra 72.7 por 24.1.
Aunque en Puebla (como en todas las candidaturas en disputa) la danza se las encuestas dan una decena de puntos de ventana a Morena. Pero, como Rocío Nahle en Veracruz, y Clara Brugada en CDMX, la realidad de la calle pone en duda esa decena de puntos.
Porque de Armenta, más que de sus propuestas, los poblanos saben más del Audi R8, que un cercano colaborador, sobrino del Gober Precioso Mario Marín, compró en tres millones de pesos. La pequeña historia cuenta que el Audi era en realidad para Armenta.
Pero el colaborador, José Luis “El Choco” Parra, apechugó y dijo que el coche era para él y, en pago a su lealtad y haber sido quien dio la cara ante el escándalo, fue premiado con una diputación plurinominal en el Congreso local.
Sin embargo, lo más seguro es que la crisis del Audi R8 tenga un segundo capítulo, antes de las elecciones del 2 de junio: ahora porque se conocería la identidad del empresario que está detrás del escándalo del lujoso automóvil. No va sobre ruedas la cosa para Armenta.
Pero el mal es de origen, porque el proceso de selección de candidato de Morena fracturó los liderazgos morenistas, comenzando por Ignacio Mier, el coordinador de la Cámara Diputados que acaba de consumar el robo de 40 mil millones de las Afores.
Mier creía haberse ganado el derecho a que le dieran el triunfo en la encuesta, porque asumió en público haber operado con éxito quitarle a la Suprema Corte el fideicomiso de 15 mil millones de pesos para el retiro de los trabajadores del Poder Judicial.
En cambio, nada de eso le dio el triunfo ante Armenta: tampoco haber gastado 400 millones de pesos en campaña, de acuerdo con documentos presentados por la diputada panista Ana Teresa Aranda ante la unidad de Fiscalización del INE.
El gobernador Sergio Salomón tampoco operó para Armenta, ya que tenía sus propios candidatos, además de que su distanciamiento con la viuda del exgobernador Miguel Barbosa le restó capacidad de manejo, con la dirigencia nacional de Morena.
Tan en peligro observa Claudia Sheinbaum a Morena en Puebla, que visita el estado cada tres semanas.
Porque ve flojo a Armenta.