Raúl Flores Martínez.
Algo está pasando en los municipios morenistas de Nezahualcóyotl y Valle de Chalco qué está derivando en violencia, una violencia que está generando temor entre la población de estos ayuntamientos.
Por si fuera poco, ni los propios policías municipales quieren trabajar, ya que el acoso del crimen organizado es constante, sobre todo las amenazas en contra de la familia.
Un atenuante más, es la falta de apoyo en un incremento de sueldo, sin prestaciones de uniformes, sin capacitación policial y los únicos que tienen ganancia en este río revuelto son los mandos que casualmente siempre suben de rango o tienen mayores sueldos.
Algunos de estos mandos que no es de asombrarse, están vinculados con las células del crimen organizado o en su defecto, ellos tienen su propia estructura criminal.
En estos dos municipios se acabó el pacto que se tenía, se acabaron las “buenas voluntades”, esas voluntades de haber vendido los municipios al crimen organizado con las salientes administraciones.
Los homicidios están creciendo en los dos municipios del oriente del Estado de México, qué tienen desde hace décadas conexión en vialidades directas, y, sobre todo sin seguridad.
Las decenas de muertes de los últimos meses, no es de gratis. Las células del crimen organizado siempre quieren tener más, otras están entrando cuando los alcaldes se van, esto por qué ya no hay un gobierno, tienen carta libre antes de que entren los otros gobiernos.
Un ejemplo es el asesinato la primera semana de abril, cuando un hombre y una mujer estaban con su hijo en dos vehículos estacionados de frente para pasar energía, cuando sujetos desconocidos arribaron al sitio y les dispararon en al menos 17 ocasiones.
Esto es lo que está dejando el crimen organizado en los dos municipios mexiquenses, dos municipios que tienen alta incidencia delictiva y alta marginación qué aunque lo nieguen los alcaldes, siguen hundiéndose cada día en la muerte e inseguridad.
