Marissa Rivera.
Los debates presidenciales han despertado un interés inusitado.
Pero más que el atractivo por las propuestas que rápido se olvidan es por el morbo.
Muchas personas lo ven como un símil de box.
Ahí están, sentados, esperando ver el golpe demoledor de su candidata.
Es una pena que ese intento de debate sobre uno, Jorge Álvarez Maynez. El box es entre dos. Él no tiene la mínima posibilidad de ganar. Solo refrenda su cómodo papel de jugar a favor de Morena.
De nada sirvió el servilismo que evidenció al llamarle “doctora Sheinbaum a la candidata del oficialismo, mientras que a Xóchitl Gálvez la llamó “candidata del prian”.
Porque fue la misma “doctora” la que lo ninguneó.
A penas inició el debate y su “doctora” fue muy clara y contundente: “en este debate nuevamente se van a presentar dos proyectos, el de la candidata del prian que representa el pasado, un pasado de corrupción, de privilegios y nuestro proyecto que es el proyecto de avanzar en la transformación.
Rápido lo hizo a un lado.
Ya todos los especialistas se han encargado de decir quien ganó.
También las encuestas, los analistas y los simpatizantes de cada una.
Lo que es más interesante es saber qué ganamos nosotros en esos debates donde Claudia salió a defender lo indefendible y Xóchitl a cuestionar a Claudia.
Quién después de lo que mostraron el domingo se antoja para presidenta.
Claudia, fría, evasiva, arrogante, escurridiza, soberbia y en momentos molesta.
Xóchitl, alegre, incisiva, con más ganas que iniciativas.
Así está difícil elegir a una.
Pero falta un tercer debate, el 19 de mayo, donde Maynez seguirá de “esquirol”.
México está en juego.
Por un lado, la continuidad del fracaso, de las mentiras, de los otros datos, de la inseguridad, de la corrupción, de la impunidad, de la opacidad, del sometimiento, del no cambiar ni una coma.
O la esperanza de un cambio.
Hace seis años la narrativa contra la corrupción y el hartazgo fuero la bandera que llevaron al ganador a la Presidencia.
Hoy, no solo no terminaron con la corrupción, la repartieron entre familiares, amigos y conocidos.
Hoy, es el sexenio con más muertos en la historia del país y el de mayor sometimiento frente al crimen organizado.
¿Qué más se necesita para saber que las cosas no van bien?
Ver ganar un debate a la candidata de nuestra preferencia, no sirve de nada.
Lo único que vale la pena es motivar a la gente para que el 2 de junio de manera inusitada salgan a votar.
Que ese enojo silencioso que hay en el país, se vea reflejado en las urnas.
Esos jóvenes que cantan en bares la canción de Jorge Álvarez, tienen que entender que votar por él, es votar por Morena.
Tienen que entender que pueden seguir cantando y bailando la canción, pero ejercer su voto de manera útil. Para Álvarez canción si, voto no.
El tercer debate solo alimentará el morbo de cómo Xóchitl arrinconará a Claudia frente al tema de la inseguridad.
Quedan 33 días, para convencer a la gente que su voto es crucial para el futuro del país.
De nada sirve estar enojado y cuestionar todo lo malo de este sexenio si no somos capaces de reflejarlo el 2 de junio.