Alejandro Rodríguez Cortés*.
La candidata Claudia Sheinbum y su jefe, el presidente Andrés Manuel López Obrador, fueron a la convención de los banqueros a presentarles un panorama económico que simplemente es una fantasía frente a la implacable realidad que los hombres del dinero conocen pero no señalan porque -como se dijo en Acapulco- a ellos, a los bancos, les ha ido muy bien.
Y sí, la utilidad de la banca es histórica, con buenos niveles de capitalización y liquidez en un sector cuyas graves crisis fueron subsanadas por políticas regulatorias que en México son y han sido ejemplo mundial aunque en estos lares y en estos tiempos no se reconocen porque son producto de los odiados gobiernos anteriores.
Más allá de eso, la aspirante presidencial oficialista y el propio mandatario pintan un mundo de caramelo en materia macroeconómica: presumen el crecimiento de 3.5 por ciento en el último año pero omiten que el promedio anual del sexenio será el más bajo en los últimos 40 años; se autoalaban por un supuesto pero inexistente equilibrio fiscal que si fuera cierto no tendría al déficit en niveles de 6 por ciento ni a la deuda pública en 16 billones de pesos.
Eso sí, al menor asomo de crítica, Sheinbaum y López Obrador culpan a la pandemia, justo donde buena parte de los cientos de miles de millones de pesos gastados en obras faraónicas e inútiles, se pudieron destinar a apoyar a personas y empresas que se encerraron durante la emergencia sanitaria.
¿Pobreza? Se llenan la boca de que 5 millones de mexicanos salieron de la pobreza pero olvidan que el número de personas en condiciones de carencias extremas aumentó considerablemnte. Tampoco dicen que parte de los apoyos gubernamentales tienen que gastarse en las medicinas que escasean en el sistema público de salud.
En campaña electoral no se ofrece cobrar más impuestos, y entonces la narrativa es lograr equilibrio presupuestal con más austeridad y más fiscalización a los contribuyentes ya cautivos.
Aseguran, con razón, que México es el principal socio comercial de Estados Unidos, pero enfrían la relación con ideología estatista y -lo peor- con decisiones claramente expropiatorias y amenazas veladas en contra de los capitales privados.
En fin, que los banqueros hicieron como que oyeron e incluso comentaron que no tienen problema en trabajar con Claudia Sheinbaum como presidenta. A la luz de la realidad de los datos y de los prolongados y ruidosos aplausos a Xóchitl Gálvez, puedo concluir que el gremio bancario simplemente se está cubriendo. Como lo hizo ya 6 años frente a quien en su misma convención amenazó con soltar al tigre si el propio AMLO no ganaba la elección.
Y en este gobierno sí se soltó no un tigre sino varios: el del crecimiento económico mediocre, el del millón doscientos mil muertos entre violencia y COVID, el del desabasto de medicinas, el de los balazos incluso ahí muy cerquita de la reunión bancaria, el de la educación doctrinaria y el de un régimen que quiere ser totalmente vertical y autoritario.
La decisión está en nuestro voto el dos de junio.
*Periodista, comunicador y publirrelacionista
@AlexRdgz