Raúl Flores Martínez.
Resulta que cualquier inconformidad por la mala gestión de la actual administración, ya es un ataque del PRIAN para el Presidente Andrés Manuel López Obrador y su coro de focas aplaudidoras, ahora resulta que nuevamente todo es culpa de la derecha.
El fastidio de los padres de los 43 alumnos de Ayotzinapa traducido en ataques a diversas dependencias, incluyendo al Palacio Nacional dónde está hospedado el Rey Chiquito de mentalidad cuadrada es culpa de los conservadores, y no de su incapacidad para gobernar, sobre todo para cumplir sus promesas.
Este día estoy seguro que las distintas movilizaciones de los diversos colectivos feministas, también serán culpa de la “derecha intransigente” que quiere dañar su gobierno del cual ya nadie le cree.
Montajes y patadas de desesperado son las que lanzan sus lacayos besamanos, qué echan maromas y maromas tratando de dejar bien parado a un patrón, tan desesperados están con el tema de narcopresidente que hasta se atreven a realizar una fantasiosa escena de supuestos sicarios para defender al señor López.
Quiénes saben del tema de seguridad, saben que los sicarios nunca, jamás lucirán un uniforme de campaña pulcro, limpio, bien planchado y sus armas limpias, relucientes y brillosas; mucho menos tendrán el parado militar sin moverse; eso lo sabemos y lo vemos en los militares.
Incluso algo que debemos dejar en claro que todos aquellos militares que han desertado para cambiar de bando, dejan a un lado el lado ceremonial de las fuerzas armadas, algo que en el supuesto video de los supuestos sicarios del Cártel del Noreste no hacen.
Cuánto les habrá costado esta producción muy chafa, muy de telenovela barata; si usted ha visto los videos de este grupo del crimen organizado, se dará cuenta que es tan original como un billete de cuatro pesos, quizá aquí estuvo presente el lamesuela de Epí.
Este tipo de contradicciones generan cada día más y más dudas en el proceder y terquedad del narcopresidente y la narcocandidata, sobrenombres que se han quedado por largo tiempo en el colectivo, sobrenombres que día con día irán pesando, pero aun así siguen vigentes en el pueblo bueno.
Este Día Internacional de la mujer no hay nada que celebrar, mucho menos en un país donde mueren más de 11 mujeres diariamente, un país dónde las propias autoridades pasan por encima de sus derechos, dónde la violencia es pan de todos los días en las calles, en algunos hogares y en las propias instituciones públicas.