Rubén Cortés.
El círculo vicioso castrochavista en México es burdo pero eficaz: el gobierno regala 11 mil pesos bimestrales a las familias, pero, por ejemplo en el caso de las medicinas, tienen que gastarlos en comprar las medicinas del cuadro básico que les quitaron.
Ese dinero que el gobierno regala, sale del que deja de usar en el Presupuesto de las diferentes secretarías, como las de Salud y Educación, y que en términos técnicos se llama “subejercicio”. Negocio redondo: desviste un santo para vestir a otro.
En la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares del INEGI 2022, las familias mexicanas aceptan que reciben 11 mil pesos mensuales en transferencias del gobierno, a través de los programas corporativos de “apoyos”, creados para ganar votos.
Y, sí: esos apoyos salen de lo que el presidente deja de gastar y que se llama subejercicio, algo que hasta 2018 estaba prohibido, pero que en 2019 la mayoría de Morena le permitió al presidente, al aprobarle Ley de Austeridad.
La Ley de Austeridad autoriza al presidente a disponer por inspiración personal de los subejercicios que tengan las dependencias federales. Por eso ha dejado a seis millones de niños sin vacunas, aunque recibió más dinero para eso que el gobierno anterior.
En su primer año de gobierno, el Congreso le aprobó a este presidente cinco mil 245 millones de pesos para vacunas y compró 44 millones de dosis. Sin embargo, al corrupto de Peña le aprobaron mil millones menos de pesos y compró un millón más de dosis.
Igual ocurre con el dinero para el mantenimiento de las carreteras: en medio de la celebración del Día del Ejército, el presidente admitió que canceló el Programa Nacional de Mantenimiento Carretero, para usar en otra cosa los 11 mil millones de pesos aprobados para esta tarea en el Presupuesto.
Es un escándalo. No fueron reparados los 42 mil kilómetros de carreteras federales en el país porque hacienda “reservó” los 11 mil millones de pesos que había aprobado el Congreso con ese objetivo. ¿Adónde fue esa lana? Pues a los “programas sociales”.
Quiere decir que te quitan el dinero del Presupuesto Gubernamental para dártelo en la mano. Si queremos leerlo en lenguaje coloquial del presidente, los programas sociales son como desvestir a un santo para vestir a otro.
Al final no te regalan nada: te quitan. Como en Cuba, pues.
Donde se la saben es en Chiapas, Oaxaca y Guerrero, donde más gasta el presidente en becas: también es de donde más emigran: toman la lana y huyen. De ahí proceden los deportados por Estados Unidos: Chiapas (11.5 por ciento), Oaxaca (11) y Guerrero (10.7).
Lo dicho: las becas son pan para hoy y hambre para mañana.