Rubén Cortés.
Netzaí Sandoval, el multioficios de la nueva ministra de la Suprema Corte, Lenia Batres, representa dos características del castrochavismo mexicano: la hipocresía política y la llegada al poder por el reparto de cuotas entre las familias reales del régimen.
La hipocresía, porque Sandoval denunció ante el Tribunal Internacional de La Haya al Ejército mexicano por “desapariciones forzadas, torturas, ejecuciones extrajudiciales, amputaciones y decapitaciones”. Pero hoy, su gobierno le dio al Ejército casi todo el control del Estado.
Y el reparto de cuotas, porque su hermana, Irma Eréndira Sanoval, como secretaria de la SFP, armó expedientes de los personajes más cercanos al presidente, con lo cual presiona para ubicar a sus cercanos en buenos puestos: desde Batres en la Corte, hasta Aleida Alavez, de candidata en Iztapalapa.
Claro, en la maniobra de Irma Eréndira se incluye que su hermano Netzaí esté dando vueltas como un trompo en los pasillos de la Corte, y que Ariadna Montiel maneje en la Secretaría del Bienestar los padrones de los millones de beneficiarios de becas.
Además, que Guadalupe López Acosta, sea la contralora de la Cancillería, gracias a lo cual el grupo Batres-Bejaranos tiene los expedientes de las auditorías que hizo de la gestión de Marcelo Ebrard como secretario de Relaciones Exteriores.
Pero vayamos a la hipocresía del castrochavismo mexicano que representa Natzaí Sandoval, quien es abogado y de los buenos. En 2018 dijo tener “expedientes que acreditan 470 casos de torturas, ejecuciones extrajudiciales y secuestros por parte del Ejército y cuerpos de seguridad del gobierno”.
El entonces fiscal general de la CPI, Luis Moreno Ocampo, admitió el recurso de Sandoval, al afirmar que “debo abrir investigaciones no solamente en casos de crímenes bajo mi jurisdicción, sino cuando los Estados nacionales no hacen las investigaciones”.
Moreno Ocampo aceptó también una acusación presentada desde Venezuela contra el Ejército de Hugo Chávez, por homicidios, desplazamientos forzados y eliminación de la propiedad privada. Hoy, la ONU procesa a Venezuela por crímenes de lesa humanidad.
De hecho, Sandoval estaba junto al actual presidente en Nueva York, cuando éste, como candidato, señaló al Ejército mexicano como participante en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, cuando Antonio Tizapa, padre de uno de los jóvenes le reclamó su apoyo al alcalde Abarca.
“El reclamo debe ser a las Fuerzas Armadas, a quienes intervinieron en ese crimen. Tu eres un provocador”, dijo el hoy mandatario.
Pero, ya en el poder, a Sandoval se le olvidó que el Ejército mexicano era asesino, y observa cómo éste mueve 300 mil millones de pesos en negocios de empresas, y recibe del Presupuesto 10 veces más dinero que en el gobierno anterior. Y controla una treintena de organismos civiles.
Sí: hipócritas.