Carlos Arturo Baños Lemoine.
Bien se ha dicho que si Franz Kafka hubiera sido mexicano, su literatura se consideraría como costumbrista, y es que el absurdo, el sinsentido y los callejones sin salida son parte sustancial de nuestra realidad nacional, sobre todo en los tiempos actuales. ¡Y vean si no!
Todo comenzó con la cobertura mediática en torno a la jirafa “Benito”, animal que fue llevado estúpidamente de Tabasco a Chihuahua previa estadía en Sinaloa. Su estancia en el estado norteño afectó seriamente su salud y hasta la fecha no sabemos qué burócrata aprobó tal cosa. Se trata de una especie en peligro de extinción y de allí la preocupación obsesiva (y hasta enfermiza) por la jirafa. El seguimiento de este caso llegó a grados de morbo en varios noticiarios. Y, finalmente, “Benito” fue trasladado al Africam Safari, en Puebla, hasta donde lo siguió el patetismo de las cámaras: ¡ya hasta sabemos que tiene novia!
Y qué bueno que nos preocupemos por los animales no-humanos con sistema nervioso, como “Benito”, ya que, con base en la ciencia, ya sabemos a la perfección que estos animales son “seres sintientes”, capaces de experimentar el dolor como desagradable experiencia de vida. Nos mueve la empatía animal, vaya. Pero resulta que esta empatía suele ser selectiva y contradictoria, ya que son muchos los animales en encierro que están igual de fregados que “Benito” (o quizás más) y por ellos no se hace mucho.
Y no sólo eso, hay cosas peores y más horribles: hay animales que son sometidos a tortura para diversión de los humanos. Para resaltar aún más nuestras contradicciones, allí está, después del rescate de “Benito”, la reapertura de la Plaza de Toros “México”, donde miles de personas gozan sádicamente del dolor que se les causa a los toros. Y, así, mientras muchos lloraban por “Benito”, otros gozaban viendo sufrir a los toros.
¿Pero qué clase de sociedad somos? ¿Qué tiene “Benito” que no tengan los toros masacrados en la Plaza México? ¿O acaso los toros no son “seres sintientes”?
Pero eso no es lo peor. Lo peor es que la sociedad que lloró por “Benito” y gozó ante los toros brutalmente asesinados por “personas civilizadas”, tampoco ha reaccionado lo suficiente ante una de las decisiones judiciales más aberrantes de nuestros tiempos, a saber: la despenalización del aborto en cualquier momento de la preñez.
Así es, la Suprema Corte de “Inmundicia” de la Nación ha establecido en nuestro país el absolutismo abortista. Obvio, esta patética institución se halla totalmente contaminada por la “cultura de la muerte” de la mitología feminista, de tal modo que un feto de doce semanas o más ya no se respeta ni como “ser sintiente”, quedando por debajo de la jirafa “Benito”. Los toros y los fetos humanos de 12 semanas o más son “seres sintientes” que quedan a merced del capricho sangriento y cruel de gente sádica.
Y esto, mis amigos, es sólo una probadita del absurdo que impera hoy en día en nuestro México. Así que gritemos al unísono: “¡Kafka, hermano, ya eres mexicano!”.
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