Rubén Cortés.

El presidente cierra cambiado su último año: dejó el Tsuru y los aviones comerciales por camionetas blindadas Suburban y aviones Súper Grumman para él sólo. Y no se junta con los acapulqueños porque, dice, “me mientan la madre”.

Antier admitió que, tras la devastación casi absoluta de Acapulco por el huracán Otis, “no voy a colonias damnificadas del puerto, porque pueden prepararme una emboscada y ofenderme; por eso me quedo en la Base Naval”.

Sorprende escuchar esto del presidente que dijo en su primer discurso como Jefe de Estado que “yo ya no me pertenezco, yo soy de ustedes, soy del pueblo de México, no me dejen solo, pues sin ustedes no soy nada”.

Pero hoy explica: “No puedo ir a las colonias populares de Acapulco a exponerme, porque Ricardo Salinas Pliego, el dueño de TV Azteca, abre los micrófonos para que me mienten la madre, y yo debo cuidar la investidura presidencial”.

Es el mismo presidente que decía conocer la historia y que cuando los gobernantes revolucionarios, como él, cometen el error de separarse del pueblo no les va bien. Y que gobernantes buenos se han ido quedando solos, por no tener comunicación con el pueblo.

Aunque tampoco es que el presidente esté en el otoño del patriarca: es un político que tiene una base estable de 15 millones de seguidores, medidos por el INE desde las elecciones de 2006 hasta la Revocación de Mandato de 2022.

Los 30 millones de votos de las elecciones presidenciales de 2018 fueron un caso extraordinario, pues registró 15 millones de votos extra a los 15 millones fijos que tuvo en 2006 y 2012. Sí, porque en las intermedias de 2021 volvió a tener 15 millones.

Pero el presidente cambió en el poder. Dejó de ser el hombre modesto que decía ser, y hoy vive en Palacio Nacional, que también fue la casa del conquistador Hernán Cortés. Un palacio que siempre tiene rodeado de vayas de hierro, por temor a protestas populares.

Un palacio en el que gasta 670 mil pesos en la contratación del servicio de florería, para mantener sus aposentos provistos de orquídeas, y 3.7 millones de pesos en drones que impiden tomar fotografías aéreas del recinto.

Además, ha sido caro alistar un palacio con siglos de antigüedad para que viva y trabaje un Jefe de Estado: debieron construir una clínica apta para la salud de un presidente, con material quirúrgico, camilla mecánico-reumática, monitor para signos vitales.

Según Guacamaya Leaks, Palacio Nacional cuenta hasta con sala de cine moderna y todos los integrantes de la Guardia Nacional son del Ejército, y los militares cambian “cada tres meses” las plantas ornamentales.

El poder cambia.

Y “la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”.

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