Marissa Rivera.
Dicen por ahí que cuando las cosas están mal se pueden poner peor.
Y eso es lo que le ha estado pasando en Palacio Nacional.
El presidente está preocupado y no es para menos. Las encuestas que festeja no son reales. Cualquier crítica le cala y de inmediato azuza a sus hordas para atacar. Está nervioso y en su desesperación incrementa su ira.
En su columna sabatina en el Reforma, Jorge Volpi describió de manera extraordinaria la crisis de justicia que vive México en el ocaso del mandado de López Obrador.
Volpi Escalante señaló que el presidente incumplió sus promesas al grado que, se convirtió en lo mismo que tanto criticó: “en otra de esas dolorosas paradojas de la historia de México, ambos rivales han terminado por parecerse como dos gotas de agua”.
Si años atrás culpó de todo al PRI y al PAN, hoy el responsable de la catástrofe en el país es él: “la rabia y la frustración que destila en estos días debería dirigirse, pues, hacia sí mismo”.
Duro, sin más datos que la realidad, la columna cimbró al presidente.
Un día antes, se viralizó un video de mi “amado” Brozo en el que, a su fiel estilo, crítico, desparpajado y majadero, como ha sido el personaje toda su vida, sentenció: “o se vota por la dictadura o se vota por la democracia”.
El presidente se enojó tanto por ese monólogo que tratando de exhibir a Brozo, el productor de las mañaneras nos brindó una gran postal, que también se viralizó.
Justo cuando brozo decía “o se vota por la dictadura”, la cámara enfocó en primer plano al presidente. Ni la oposición lo hubiera hecho tan perfecto.
Ahí no paró el enfurecimiento.
El domingo, en un discurso que para muchos fue el relanzamiento de Xóchitl Gálvez, la precandidata volvió a pegar en el corazón de Palacio Nacional.
Los amlistas buscaron hasta el cansancio y sin éxito denostar el discurso. Más allá de cuestionar el uso de telepromter, no tuvieron nada que cuestionar frente a la solidez del discurso, frontal, empático, claro y echado para delante.
La mayoría de los medios nacionales callaron. Solo tres lo consignaron en primera plana, uno de ellos de ocho columnas.
Para unos, el discurso fue extraordinario, para otros motivante y para otros más esperanzador.
El coraje iba en descenso hasta que se anunció una marcha más, de esas que molestan al poder. Una marcha ciudadana.
Una marcha más no pasa nada, pero amlistas, morenistas, aduladores y oficiosos se escandalizaron cuando se dio a conocer al único orador de la marcha.
La piedra en el zapato presidencial, el contrapeso que jamás se arredró y que fue frontal contra López Obrador. El presidente del Instituto Nacional Electoral que no cedió a las presiones ni a las injurias.
Les irritó tanto el anuncio que, a través de un cartón en la portada de un medio nacional, quisieron ridiculizarlo.
Pero callaron cuando Arturo Zaldívar se quitó la máscara y apareció al lado de Claudia Sheinbaum.
Las cartas están sobre la mesa. La polarización no va a ceder. En nuestras manos está la solución. O votamos o nos botan. Dictadura o democracia. Continuidad del fracaso o aires frescos de esperanza.
- viernes 22 noviembre, 2024 || 7:13 am