2024: un dilema simple

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Aunque el año que inicia será complejo, por el número de elecciones de jefes de Estado y de Gobierno en todo el mundo; por los conflictos armados activos; por la incertidumbre económica global derivada de las propias guerras; porque la Humanidad se debate entre modelos probados y utopías populistas, en México el dilema de 2024 es muy simple.

Sin desconocer la grave situación de inseguridad en nuestro país, la crisis fiscal en puerta, los sistemas de salud y educativos en ruinas y la destrucción institucional del Estado mexicano, me parece que por ahora son solamente dos las variables que se tienen que considerar y en la que tenemos que concentrarnos casi 100 millones de personas que tenemos derecho a votar exactamente a la mitad del año: consolidar un régimen que pretende ser autocrático o darnos nuevamente la oportunidad de construir en la democracia.

El “segundo piso” de Claudia Sheinbaum representa más de lo mismo, o sea alimentar la figura de un poder único concentrado en la figura de Andrés Manuel López Obrador, con una presidenta dispuesta a terminar de dinamitar contrapesos constitucionales legislativos, judiciales y de control sobre el quehacer gubernamental y por encima de la sociedad misma. Aplicar, además, el ejemplo del gabinete chafa pero leal y abyecto a absolutamente todo: “quien no está conmigo está en mi contra y se actuará en consecuencia”.

Del otro lado, la figura de Xóchitl Gálvez, por supuesto imperfecta, engloba no la vuelta para atrás, como pretende engañarnos la mal llamada Cuarta Transformación, que añora un pasado más parecido al priísmo setentero que a la alternancia democrática de finales del siglo XX y principios del XXI, sino la esperanza de poder corregir un rumbo torcido hacia lo que pudiera convertirse simple y llanamente en dictadura disfrazada.

No exagero un ápice. El manual del Foro de San Pablo parece ser la guía de un presidente que reparte dinero público para ganar voluntades, otorga posiciones de poder a acólitos en vez de a expertos, empodera como nunca a los militares, como si Palacio Nacional fuera un cuartel militar y no la sede del poder civil, mina instituciones que puedan cuestionar o equilibrar sus decisiones y políticas de Estado, apapacha a los abyectos y culpa a los medios de comunicación por difundir los costos de la imposición, las críticas y hasta las matanzas perpetradas por otro aliado gubernamental, el crimen organizado.

Está fácil. No hay que confundirnos con equipos, perfiles, programas, candidatos, grillas, dimes y diretes. Es tan simple como votar por la viabilidad o el fin del México que conocemos y queremos.

Todo lo demás, que no es poco, después lo arreglamos. Lo importante ahora está claro y es muy simple.

¡Feliz 2024 para todas y todos!

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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