Carlos Arturo Baños Lemoine.
Cuenta la crónica cristiana que los Sabios de Oriente se presentaron ante Herodes “El Grande”, entonces Rey de Judea, para preguntarle sobre el lugar exacto del nacimiento del “Rey de los Judíos”, ya que querían presentarle respetos y regalos. Al sentir miedo por una posible defenestración, Herodes mandó llamar a sus consejeros para que lo ilustraran con respecto a lo dicho por los Sabios de Oriente.
Con base en lo narrado en el Libro de Miqueas, los consejeros de Herodes le dijeron que el “Rey de los Judíos” tendría que nacer en Belén, un pueblito de Judea, y hacia allá envió a los Sabios de Oriente pidiéndoles que, una vez que hallaran al niño, le informaran de su ubicación para ir él también a mostrar sus respetos, si bien Herodes realmente deseaba hallar al niño para asesinarlo.
Los Sabios ubicaron al pequeño, al que adoraron, pero por sueños fueron advertidos de las verdaderas intenciones de Herodes, de tal suerte que retornaron a sus pueblos por otra vía y, obviamente, jamás informaron a Herodes de su hallazgo. Por ello, el energúmeno rey, vasallo de Roma, mandó asesinar a todos los niños recién nacidos en Belén; suceso que fue llamado la “Matanza de los Inocentes”.
Pues, bien, nosotros tenemos a nuestros Herodes: son las feministas.
Recordemos que parte fundamental de la mitología feminista guarda relación con una “cultura de muerte”, y no de cualquier muerte. Con su parafernalia genocida de los “pañuelitos verdes”, las feministas aprueban, defienden e impulsan el asesinato de inocentes y, al igual que Herodes, tratan de embozar con palabras suaves y demagógicas sus actos sangrientos, crueles y deleznables.
A eso de “matar inocentes” las feministas le llaman “derechos reproductivos de las mujeres”. Las feministas son, pues, las herederas del genocidio de menores instaurado por Herodes “El Grande” hace dos mil años.
Los invito, mis amigos, a que vean videos de la vida intrauterina de un feto de tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho y nueve meses de gestación. Sí, por supuesto que ya se trata de un ser humano que sólo está creciendo en el vientre de su madre.
Y, ahora, piensen lo abominable y asqueroso que resulta el absolutismo abortista, es decir, la determinación de despenalizar el aborto en cualquier momento de la preñez, tal como lo ha establecido la Suprema Corte de “Inmundicia” de la Nación.
¡Ah, y por cierto, no olviden que Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez han mostrado su aceptación del absolutismo abortista! ¿Ustedes votarían por ellas? ¡Yo no!
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