Carlos Arturo Baños Lemoine.
Nos queda claro que la Iglesia Católica está viviendo una de sus peores crisis históricas, y vaya que ha tenido muchas a lo largo de sus dos mil años de existencia. Se trata, sin duda, de la organización político-religiosa más curtida y con más peso de la historia de Occidente; pero hoy está en franca decadencia.
Las vocaciones sacerdotales van a la baja, los fieles que le van quedando hacen lo que se les pega la gana (excepciones aparte), sus finanzas decaen, el Islam le gana terreno en Europa y mengua su influencia a nivel mundial. Y, para colmo de males, incluso Jorge Bergoglio (alias “Papa Francisco”) de plano se ha mostrado blandengue y sumiso ante los grandes males de nuestros tiempos, como son el comunismo y la “ideología de género” (feminismo y rollo LGBTIQ+). Y, la verdad, no podemos esperar menos de un jesuita argentino como Bergoglio.
A sus malestares físicos debemos sumar sus desvaríos doctrinarios, que pesan el doble por tratarse de la máxima cabeza de la Iglesia Católica. Tremendo escándalo ha generado, al interior de su organización, la reciente Declaración Fiducia supplicans sobre el sentido pastoral de las bendiciones que, tramposa e impropiamente, le abre las puertas a la aceptación de las uniones entre homosexuales dentro de dicha Iglesia.
Dicha Declaración es una verdadera mamarrachada, que comienza exponiendo la doctrina histórica, clásica y tradicional sobre el matrimonio católico como sacramento, enfatizando su esencia heterosexual, exclusiva, indisoluble y fundadora de familias, para terminar torciendo el sentido de la “bendición como acto litúrgico” a fin de permitir que se les imparta la bendición a parejas del mismo sexo “bajo ciertas condiciones”.
Y si bien dicho documento afirma que la Iglesia tiene el derecho y el deber de evitar cualquier tipo de rito que pueda contradecir la visión oficial del matrimonio o llevar a cualquier confusión (numeral 5), establece después la posibilidad de bendecir a parejas en situaciones irregulares y a parejas del mismo sexo a condición de que este acto no sea considerado como un acto litúrgico similar al sacramento matrimonial (numeral 31).
Lo peor: en su presentación, dicho documento afirma que “la presente Declaración se mantiene firme en la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, no permitiendo ningún tipo de rito litúrgico o bendición similar a un rito litúrgico que pueda causar confusión”. ¡Pues vaya confusión y malestar que ha generado en toda la Iglesia Católica el documento que no quería causar confusión! Sólo basta ver las múltiples reacciones que ha generado tal escrito incluso en varios obispos de toda la catolicidad.
Al parecer, al blandengue y sumiso Papa Francisco se le olvidó que Herodes Antipas mandó decapitar a Juan “El Bautista” porque éste no dejaba de condenar la relación ilícita entre Herodes Antipas y Herodías. Hoy en día, el Papa Francisco al parecer busca ser premiado por los muchos Herodes Antipas que habitan en su Iglesia.
Facebook: Carlos Arturo Baños Lemoine
Twitter: @BanosLemoine
YouTube: Carlos Arturo Baños Lemoine
Instagram: banos.lemoine
https://banoslemoine.wordpress.com/
Esta videocolumna de análisis, crítica y opinión es de autoría y propiedad exclusivas de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.