Jorge Miguel Ramírez Pérez.
Ya se va terminando este año y el sexenio afortunadamente languidece. En el panorama de lo que se pudo hacer quedan números rojos. Es claro que no solo no se pudo resolver ninguno de los graves problemas nacionales que todo mundo conoce, pero tampoco se avanzó sino que hubo retroceso, el gasto se dirigió no a las necesidades sino a las improvisaciones costosas y superfluas.
En el horizonte no se ven por ahora respuestas de las féminas que buscan reemplazar a Obrador, la señora Sheibaum tiene prohibido mencionar algo por mínimo que sea, que cuestione el rumbo de Obrador a un comunismo para desarrapados. Y en el equipo de la opositora Xóchitl Gálvez, todavía sus apoyadores esperan sorpresas agradables en una oratoria que muestre que domina los temas de gobierno.
En principio, podríamos decir que la traba es de visualización de prioridades. No hay definiciones no las ven los sendos equipos de las contendientes o no las quieren ver.
La causa principal desde mi óptica, es la de no tener claro la perspectiva de dirección política, porque no se acepta cabalmente un problema de naturaleza sistémica, se oculta al gran público incluso a los asesores cercanos cuál es el rumbo propuesto, para ellos es casi seguro que esgrimirían un proyecto de izquierda que lo definen por moda evanescente y eufemística, como progresista. Hasta Eruviel Ávila y los tránsfugas que le acompañan se dicen así.
Pero en realidad Obrador y Sheibaum creen equivocadamente que México debe volver a un tipo de mezcla del nacionalismo revolucionario con castrismo, una cicuta difícil de digerir que impediría conservar la vida colectiva tal como la hemos conocido. Las figuras señeras aparte de la camarilla castrista son de Obrador: Luis Echeverría y Josef Stalin. El primero maestro de perversidades de sus contertulios: Ignacio Ovalle, Manuel Bartlet, Enrique González Pedrero, Porfirio Muñoz Ledo, estos dos últimos murieron decepcionados del loco de Macuspana. El segundo, ícono de los padres de la Sheibaum, afamados como agentes del comunismo estaliniano.
El sendero de la heredad Obrador-Sheibaum es un regreso a los años setenta donde la ignorancia idealiza nostalgias ponderando el autoritarismo como piedra angular del sistema de poder. Olvidan las quiebras permanentes del aparato paraestatal, las devaluaciones, la inflación imparable y la carestía de mano de la baja calidad de la producción. Añoran la religión del estado y el culto fascistoide al líder, una idolatría para las masas.
Del otro lado tenemos propuestas que urgen de precisión. Se mencionan temas para regresar a los tiempos de Calderón y Peña, pero algunos de ellos dicen que es la auténtica izquierda, como si al mencionar la palabra se desprendiera en automático un conjuro que pudiera desdoblar una racionalidad suficiente, cuando es exactamente lo contrario; se opta por bienes imaginarios no por bienes prácticos y a la mano, como atinadamente mencionaba Carl Menger.
Porque otra vez como comentara un experto en exportación, Jaime Sánchez Duarte, se nos va otra oportunidad por falta de visión de los malogrados líderes ignorantes y ensimismados que nos ha tocado padecer. En esta ocasión el nearshoring, que es la estrategia para ubicar infraestructura y producción cercana a los centros de producción compleja o de consumo, parecen desvanecerse ante la ceguera de quienes se abrogan el derecho de tomar decisiones ramplonas en vez de las que dan rumbo concreto e implican bienes tangibles.
Desconocedores de la geografía mundial y del potencial de México como factor hipotéticamente insustituible del mercado mundial, los políticos de mala formación que abundan en las inmediaciones de la adulación, no se percatan que nuestro país está ubicado en los linderos del consumo mundial número uno. Se necesita ser cretino para no darse cuenta de tal.
Y hay que ser claros y precisos bajo el razonamiento geopolítico que como definiera O´Tuthail, se trata de lugares y rivalidades en términos de seguridad de los estados valorando sus posiciones en la guerra y en el mercado y claro que el especialista no se refería a cualquier estado sin viabilidad como Cuba, Nicaragua o Venezuela, sino de las potencias que suministran los satisfactores modernos y los esquemas de seguridad regionales.
Y desde esas realidades que son las determinantes, es claro que la rivalidad económica de Estados Unidos es con China que le pisa los talones y la militar con Rusia por factores fundamentales de la doctrina de seguridad occidental.
Así que el consorcio de inversiones sinoamericanas, tiene que emigrar de la China Continental sí o sí. Máxime que la espada pesa sobre la cabeza de Taiwán. En otras palabras el mundo que hace, que produce, está en el tema. En Vietnam quieren atajar a México que se imaginan como competidor, erróneamente creen que el sistema nacional se está adaptando más a las necesidades de la planta industrial mundial y que estamos construyendo cambios institucionales que implican especialidad y mecanismos modernos. No saben que estamos en pleno desmantelamiento de instituciones y de implantación de burocracias adictas a una persona enferma del vicio del poder por el poder mismo.
Y lejos de que esa sea la prioridad de los asesores: engarzar la ambientación legal y operativa en seguridad, agua y energía para meter a México en las ligas de a deveras, andan por rumbos de hace diez años, en el mejor de los casos, los colaboradores de la señora Gálvez; los otros, en la penumbra, quieren cambios pero para atrás, pero mucho, un mundo anclado en los setentas del siglo pasado, donde todavía no existían las nuevas técnicas de comunicación e información modernas y masificadas. Andan añorando las tradiciones de los pobladores originales de México que sublimaban lo prehistórico, las hechicerías como fuente inspiracional, por encima de la culminación de esfuerzos de una sociedad libre y constructiva.
Es claro que Obrador agotó su tiempo y nunca pudo aportar sino desgracias. Hay que trabajar duro y afianzar a México en una mejor ruta, clara y sin ensarapamientos de andar presumiendo quien es el que está más jodido. No, el destino de México es grande ya basta de empequeñecernos.
