Jorge Miguel Ramírez Pérez.
No es ningún secreto que el entusiasmo que traía de parte de los ciudadanos la representante del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez; se ha ido diluyendo por diversas razones. Una de ellas es la que destaca un vacío de lo que esperaban los que impulsaron su nominación. Como que se les acabó el proyecto a los sin partido, se quedaron colgados de la brocha. Sin jugada.
Y no me refiero al hecho de que no se ven espacios posibles para contender en diversas posiciones para los que no forman parte de los círculos de hierro de los partidos, que como decía Robert Michaels en el siglo XIX forman una oligarquía que es difícil de trasponer en las diversas actividades partidarias.
Sencillamente no hubo convocatoria para los de camiseta sin colores, de ninguna especie, ni siquiera para hacer la faramalla de que estarían presentes en los procesos de participación política vario pinta. No hubo libretos disponibles. Por ahora es así y se ve irremediable.
También lo que pasa en los terrenos del oficialismo tiene su propia burla a los que creían que habría oportunidades. El proyecto se llama Obrador y párele de contar. El descolón a Claudia Sheibaum con la exclusión a la candidatura de la Cdmex de Omar García Harfuch, hace días lo evidenció aún para los más ingenuos; y sigue rezumbando en el ambiente de esa coalición en torno a un solo hombre y un solo pensamiento.
Para ambos casos hay la percepción de que una cosa es tener una nominación y otra muy diferente remontar casi del piso, para construir una base de poder suficiente que les permita no solo arribar al gobierno en caso de triunfar, sino tener mando de su propia campaña, de sus discursos, de sus ideas y de su aproximación al electorado. Por ahora esa perspectiva no se ve materializada.
Me parece que el marasmo que caracterizaron las etapas posteriores de selección en el caso de Gálvez y la de designación en el de Sheibaum; desembocó en una respuesta de los jefes de las campañas paradójicamente, muy parecida: la de paliar los daños de la inacción y los divisionismos, nombrando a competidores y gente de los poderes partidistas reales, para Xóchitl, exfuncionarios avalados por los partidos y en el caso de Sheibaum, la gente incondicional de Obrador.
Y que presentan a sus equipos respectivos como para enviar a la clase política un mensaje de claridad que resultó confuso y obviamente inteligible a la sociedad civil cuya memoria es mas perdidosa que las de los políticos, que hacen mutis a conveniencia.
Para Xóchitl, Santiago Creel sigue siendo formalmente el coordinador de la campaña. No puede quedarle mal a la cúpula panista. La campaña puede seguir en el marasmo, pero nada que irrite a los del compromiso. Creel sigue con el mérito de haber sido miembro del grupo San Ángel, el club de notables socialités, que sirvió de pantalla para el arribo de Vicente Fox.
En comunicación social estará Max Cortázar operador de Felipe Calderón y de Rafael Moreno Valle en Puebla. Max es muy generoso con la prensa, de allí su fama de efectividad; aunque el haber sido el vocero del delfín calderonista Ernesto Cordero, que nunca remontó en el gran público, desdice la fama de Max.
Carlos Urzúa el arquitecto financiero para que pudiera Obrador desmantelar el Aeropuerto de Texcoco será el coordinador de finanzas.
La hija de Alfredo Jalife Ramia, vocero de Obrador en temas de medio oriente, acérrimo enemigo de Israel y quien se auto nombraba el segundo más aplaudido en Morena después de Obrador, Salma será la jefa de las estrategias en materia de comunicación. La cercanía con Carlos Slim es obvia.
El exgobernador Miguel Riquelme será el subcoordinador de la campaña. El grupo de los Moreira atrás de esta designación de un vencedor de los morenistas en Coahuila.
El senador Ernesto Álvarez Icaza en derechos humanos. Un personaje de la izquierda en la modalidad de teología de la liberación, fue panista y luego candidato al senado por el PRD, al que le dio una patada, para hacerse independiente. Otros colaboradores son excompetidores: Enrique de la Madrid, José Ángel Gurría. Idelfonso Guajardo; y unos más cercanos a la precandidata, son capitalinos de toda la vida y nuevos relativamente. Muchos de redes y en lo digital.
Los que tienen juego electoral son los de siempre, sigue la tradición de las camarillas bien delimitadas e inaccesibles, que traen su propio plan y no harán nada presumiblemente por pensar en conjunto. Tal parece que trasmiten la idea de haber permitido la injerencia de los ciudadanos rasos en la presidencial, pero nada más allá.
Pero no solo en la oposición se pierde toda motivación real de participar con emoción. En los terrenos del oficialismo Claudia Sheibaum corre por las mismas vías del desánimo.
Como era de esperarse estarán en el mando de la campaña los de círculo cerrado histórico del obradorismo, Adán Augusto como coordinador político, el multi arrepentido Ricardo Monreal, Citlali Hernández y Gerardo Fernández Noroña; Tatiana Clouthier prestando el apellido y el impresentable Mario Delgado.
Creo que esos colaboradores de ambos equipos, no se logran diferenciar, son más o menos de la misma ideología del poder, la que le dicen progresista, es decir ir despacito a un tipo de comunismo de preferencia light, pero mientras, cargados para aguantar el paso. ¿O no?
No parecen oponerse, hablan de lo mismo, ofrecen lo mismo. Espero que cambien su discurso por temas definidos, temas de ahora como Javier Milei y Giogia Meloni, mas inversión en bienes concretos no en bienes imaginarios.
