Jorge Miguel Ramírez Pérez.
No faltan los acusadores izquierdizantes todos, contra Javier Milei el triunfador de los pasados comicios en Argentina. Le dicen ultraderechista a una persona que intenta usar la racionalidad política en los temas de gobierno.
Porque en vez de sueños imposibles como los vende el análisis de tipo andrajoso del marxismo, como lo calificaba el autor de La Sociedad Postindustrial, Daniel Bell, cuando fungía como jefe del departamento de sociología de Harvard, centrado en los conflictos de clase de los que derivaba toda la complejidad social, forzando en una lucha monolítica toda la razón de la existencia del hombre; las opciones para el pensamiento social, por supuesto que, no se pueden reducir de ese modo, y el enfoque de los pensadores agrupados en la llamada escuela económica austríaca, de la que Milei es partidario, significan una bocana de aire fresco en un ambiente enrarecido de tiempo atrás, por el humo nauseabundo de la última etapa del demagógico e influyente peronismo, que tanto dañó a la Argentina, posiblemente el país mejor estructurado de América latina, que ya tuvo un ritmo de aproximación al que ahora todavía llamamos como primer mundo a finales del siglo XIX y principios del XX.
Desde mediados de los años cuarenta con la primera presidencia de Juan Domingo Perón, Evita, su mujer, la mitificada, de “No llores por mi Argentina” hasta los Kirchner, Néstor y su mujer Cristina, terminando con Alberto Fernández, la historia política de Argentina ha sido una oda a la inestabilidad política y de híperinflación, intercalada con golpes de estado de los militares contra políticos demagógicos hoy calificados de populistas de tipo izquierdista.
Los resultados: un 40% de los argentinos viven debajo de la línea de la pobreza. Solamente en el 2023, un millón doscientos mil argentinos ingresaron a esta desventajosa categoría.
Y se muestran sorprendidos los simpatizantes oficiosos del candidato perdedor Sergio Massa aquí en nuestro país, donde las plumas mercenarias son prontas a poner apodos y etiquetar características peyorativas sin comprender el desespero de los argentinos, para quienes lo experimentos marxistoides sobraron en ineficacia y en injusticias sin límite.
Porque independientemente de la buena o mala que pueda resultar la gestión de Milei, los principios del pensamiento libertario, prácticamente se van a poner en prueba mundialmente con él. En ese enorme país. No solo como principios rectores de corte realista, sino como modelos aplicables por un mentor que domina a Hayeck, a Shumpeter y a Hazzlit, entre otros autores que inspiraron a Milton Friedman y a la Escuela de Chicago.
Medicina fuerte, para una borrachera larga y persistentemente viciosa.
No va a ser fácil, y los derrotados ya se ven en lo que saben hacer: boicotear con marchas sin propósito y sin fin, la pérdida -esperamos por un buen y largo tiempo- de las burradas de una izquierda manipuladora (o será que no hay otra), sobre todo en materia económica, con el fin de recrear adeptos mas pobres como fórmula para sostener esas burocracias centrales ineficientes, y pletóricas de formulismos regulatorios para engordar las oficinas públicas y para articular trámites con esencia de beneficios corruptivos.
Algunas empresas argentinas al conocerse el triunfo del profesor universitario, revaloraron sus acciones en la Bolsa de New York hasta en un 40%, algo insólito en el mundo fantasioso del kirchenrismo. Emperadores socialistas como Lula da Silva el de Brasil o López Obrador de México, sintieron ñañaras y empiezan anímicamente a resentir los efectos de la cruda, de las cumbres de narco políticos alma del chantaje a los mandos occidentales. Hasta Biden, no va a saber como entrarle a Milei.
Pierden los harapientos pobladores de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia también, se van quedando solos con sus proyectos de radicalización como le llaman a dejar a la gente con un par de zapatas si acaso, y sin carne, lujos que no se permiten en esos lugares de infamia. Ganan los seudo gobernantes, siguen acumulando riqueza los mandarines y su prole, que se dan la vida de reyes en el vilipendiado primer mundo.
Ojalá dejen de criticar políticos y amanuenses a Milei, reflejando una enorme ignorancia porque desconocen la vida política en libertad, y si tanto aman las cadenas de la sujeción mejor no critiquen al de aquí, porque reflejan solo que no los tomaron en cuenta en los beneficios pecuniarios del régimen, y por tanto, resulta falso que tengan una visión distinta.