Raúl Flores Martínez.
La desgracia de Acapulco, no fue tanto el huracán Otis, sino la decisión de los tres niveles qué dejaron a la deriva a los miles de acapulqueños que se quedaron sin vivienda, sin nada; y así se quedarán por decisión presidencial.
Tanto los legisladores de Morena en la Cámara de Diputados, cómo el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador terminó la emergencia en Acapulco y Coyuca de Benítez ante el paso del huracán Otis.
El Presidente de México, legisladores, gobierno de la entidad y de Acapulco de Morena que bajo su lema de “Primero los pobres”, los dejaron en el abandono en el olvido en pocas palabras, se rascaran con sus propias uñas, porqué no hay recursos para la reconstrucción.
Debemos recordar que lo largo de los años, Acapulco se convirtió en el centro turístico costero más importante de México para el turismo nacional e internacional; Sin embargo, también tiene un pasado de destrucción y desolación que han dejado terremotos, huracanes y crecientes de mar.
De acuerdo con el libro Acapulco en la Historia y la Leyenda de Vito Alessio Robles, periodista y colaborador del periódico Excélsior y Acapulco del cronista Rosendo Pintos Lacunza, entre 1907 y 1934 diversos terremotos dejaron en ruinas el municipio turístico.
El primer terremoto registrado fue el 21 de abril de 1776 que dejó devastado Acapulco, claro ejemplo el edificio del fuerte de San Diego, le sigue el del 14 de abril de 1907, además de tres entre julio y agosto de 1909 y el último el 28 de enero de 1934.
También algunos huracanes han azotado la bahía de Acapulco dejando cientos de damnificados y muertos a su paso, los más fatales han sido hasta el momento Paulina, Manuel y Otis.
Este puerto, también ha sufrido crecientes de mar, como la ocurrida el 4 de mayo de 1820, generada por un terremoto que provocó que el mar se tragara la playa por más de dos horas. Esto causó que las olas llegaron hasta las casas que colapsaron por la fuerza del mar y hundiera embarcaciones, cómo lo hizo Otis el 25 de octubre del presente año.
Las crecientes del mar, los terremotos y los huracanes han golpeado tan fuerte al puerto de Acapulco, qué no tiene edificios antiguos, con excepción del Fuerte de San Diego, único testigo mudo que ha resistido los embates de la naturaleza.