Jorge Miguel Ramírez Pérez.
¿Creéis realmente que podemos salir victoriosos
sin utilizar el terror más despiadado?
Lenin, citado por C. Vidal en
“La Estrategia de la Conspiración”
Acaba de publicar mi amigo Paul Chávez el domingo pasado en el Noroeste una interesante opinión: “De una dictablanda a un posible golpe de estado”, el tema ha causado entre algunos de sus lectores cierta dudas porque muchas veces no se entiende este concepto que proviene del francés, coup d´Etat desde que Gabriel Naudé, lo escribió por primera vez en 1639. Generalmente se asocia un golpe de estado, a la asonada militar violenta que depone la cabeza del estado; el ejemplo más vívido en la mente de las personas en Latinoamérica, desde el siglo pasado, es la acción militar de Augusto Pinochet contra el gobierno de Salvador Allende; pero ha habido muchos golpes de estado similares como el de Rafael Videla en Argentina, donde un grupo de mandos militares desplazaron a la autoridad civil. Ese tipo de modelo es violento y por lo mismo infiere grupos armados dentro o fuera del gobierno.
Sin embargo, también se considera un golpe de estado cuando uno de los poderes que integran el mismo, intenta o logra derrocar o hacer a un lado a los otros poderes o alguno de ellos, como sucedió el año pasado con el presidente Pedro Castillo en Perú, quien intentó con resultados fallidos nulificar el poder legislativo del Perú, lo que desembocó en su propia destitución y detención.
Aquí en nuestro país, es evidente una intentona semejante a la del ladino Castillo, donde el titular del poder ejecutivo instaura una estrategia con visos eminentemente conspirativos contra el poder judicial de la República, porque la cabeza del poder judicial, la Suprema Corte, es el único obstáculo que se le presenta a Obrador para desplegar una serie de determinaciones anticonstitucionales en el manejo del estado mexicano.
Los ataques documentados en las peroratas monotemáticas de autoalabanza, todas las mañanas, desde hace cinco años; muestran precisamente que el tema por descalificar, denostar y mostrar desprecio al poder judicial encierra, a la vez, acciones para arrebatarle operatividad restándole presupuesto a ese poder independiente del ejecutivo; usando al poder legislativo dominado por el ejecutivo, con el fin de lograr finalmente la destitución de jueces por un esquema anticonstitucional populachero de manipulación de adictos leales, -valga la aparente redundancia- al aspirante a dictador formal que ya ha despojado de sus recursos, los fideicomisos, que radicaban en el sistema financiero pero cuya propiedad es del poder judicial.
Los pretextos históricos de los golpistas por destruir la estabilidad política del estado, siempre son seudo argumentos favorables a la entelequia que tienen en la mente, de lo que el concepto pueblo, eufemísticamente quieren decir, porque para los oficialistas se aplica únicamente a sus partidarios, que en la verdad desnuda, no es otra cosa que apoyarse en masas desprovistas de conocimientos y de su capacidad de raciocinio, para por medio de sectarios prolongar su poder y eliminar los equilibrios naturales e imprescindibles del estado.
Pegarle a mansalva a uno de los poderes como lo hace Obrador es intentar seriamente derrumbar el estado, cuyo componente estructural lo señala con precisión la Constitución, es de tres poderes que expresan la soberanía de México. Nunca el constituyente original o los subsecuentes, ni por equivocación, determinaron un solo poder omnímodo para el país. En ese sentido el golpe de estado por ahora solo está en movimiento. En un momento dado los militares que juraron preservar la Constitución, podrían ser requeridos como Castillo, el peruano, quería en su país, pero allá como aquí no me parece que se presten los militares a ese tipo de maniobras.
Entre paréntesis habría que reflexionar sobre lo declarado por el general Cienfuegos recientemente en el sentido de la naturaleza del mismo, del que dice es el mismo ejército de Peña Nieto, de Calderón y coincido que seguirá siendo la misma institución en la que no caben los cantos de las sirenas. De todas maneras, hay que analizar los acontecimientos y el ataque pertinaz a la Corte, porque el interés golpista está latente, y el terror es otra arma alternativa, una favorita de Vladimir Lenin, un autor muy recomendado por Obrador que es afecto a ese tipo de lecturas proclives a la destrucción social.
¿Estamos claros?
Pero a la par de esta agresión grave a los mexicanos, subyace la negativa a gobernar de parte del grupo en el poder del estado, porque gobierno significa conducir a las personas y administrar los recursos colectivos del estado, por cierto, nunca de los particulares; esas tareas son fines propios de la organización del estado, bajo la premisa fundacional del mismo, que es su esencia distintiva e irrevocable, la de mantener el orden dentro de lo que la ley señala. Los usurpadores del poder público bajo la frase de: “abrazos no balazos”, hacen profesión de fe criminal, al no diferenciar al ciudadano de bien con la escoria del hampa. Resultado a ojos del mundo, lo que pasa en Acapulco, el caos total y creciente.
Me escribe hace dos días, un amigo pleno de honestidad que vive en aquél puerto, omito por respeto a su persona el nombre: “le escribo para señalar la lentitud y la división que existe en los niveles de gobierno que debería responder a este desastre, lo peor no fue el huracán sino la gente, sin ley se desbordó desde el primer día a la rapiña y al saqueo en las tiendas de conveniencia primero, luego en los supermercados, y después en todo local que se pusiera a su paso. Una ausencia de gobierno total. Aún en el cuarto día con la presencia del ejército y la GN, seguían saqueando, ahora hoteles y condominios; aún Sanborns de Oceánic 2000 estaba siendo saqueada a la luz del día. La presidenta morenista fue omisa y Amlo también, parece que están peleados ambos y uno quiere sacar al otro de la jugada o protagonismo en la ayuda. Desde el primer día hubieran desplegado su fuerza, pero no, dejaron al pueblo a su arbitrio. Salió lo peor de la humanidad. La depravación total del hombre en todo su esplendor. Ojalá puedas señalarlo a nivel nacional para que este gobierno maquiavélico sea
expuesto en su ineptitud. Te lo dice alguien viviendo en el ojo del huracán político de división, de abandono e ineptitud”
¿Mas claro?
Una de muchos testimonios sobre la ausencia de gobierno, que por demás hay que señalar que el crimen en Guerrero, antes de Otis ya era el mando social, el otro gobierno que no gobierna, el estatal y de pasada el municipal, en lo suyo; a la orden de los rufianes; y es con la abierta complicidad de quienes ostentan los cargos de gobierno la principal amenaza que se cierne sobre los desamparados guerrerenses. Parece que viene peor el panorama para los damnificados.
¿Será parte del terror despiadado que postuló Lenin?