Mi venganza, señor Juez

Marissa Rivera

Marissa Rivera.La embestida contra el poder judicial era una acción que ansioso esperaba el presidente.Primero puso de rodillas al legislativo y acompañado de las hordas levantamanos abusaron del poder para hacer y deshacer lo que el presidente ordenaba.Después, intentó, torciendo la ley, dejar dos años más en la presidencia a un ministro afín, mismo que sabía que era una ilegalidad, pero calló y espero a ver si prosperaba.No logró nada, solo exhibió su ambición y su lambisconería.El ataque al Instituto Nacional Electoral que encabezaba Lorenzo Córdova fue despiadado, pero no pudieron, no lo doblegaron. Fue necesario que Córdova Vianello concluyera su encargo para deshacerse de él.Otra situación que le cayó como anillo al dedo al presidente. Una victoria con sabor a derrota porque jamás lo doblegó.Una etapa difícil en la que el INE se fajó y no se dejó intimidar frente a una sistemática andanada de ataques del poder, solovinos, aduladores y bots.Se fue Lorenzo y el presidente logró colocar a personas de sus confianzas al frente del instituto. Lamentablemente hoy, tenemos un INE ciego, sordo, mudo y sin dientes. Sin valentía, sin poder ejercer la autoridad que le exige su responsabilidad.Su obsesión por someter, también, al poder judicial no cesó, porque no soporta tener un contrapeso. Nadie puede brillar más que él. Nadie puede tener más poder.Cuando el presidente designó a los ministros que le correspondían durante su período, jamás imaginó que dos de los cuatro respetarían la protesta de “cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen” y no los caprichos ni berrinches de él.Ana Margarita Ríos Farjat y Juan Luis González Alcántara Carrancá, propuestos por el presidente López Obrador, no se dejaron manipular y han votado en contra temas que no comparte el presidente.Esa afrenta para el presidente ha sido suficiente para calificarlos de traidores.De Yasmín Esquivel Mossa, esposa del contratista consentido del presidente y de Loretta Ortiz Ahlf, no hay nada que decir que merezca la pena.La presidenta Norma Piña desde su elección sabía que su principal adversario sería el presidente. Por eso, de inmediato se desmarcó y advirtió que ella no era política.Mesurada, sobria, congruente y con firmeza ha ignorado los ataques del presidente.Pero el presidente tiene una carpeta con todos los desencuentros y antes de irse tiró un zarpazo, en algo que no le es ajeno.Quitar dinero para desaparecerlo, para guardarlo en su cajón favorito: la opacidad.Y es que 15 mil millones de pesos, no son nada, nada malos en tiempos electorales.Un monto muy cercano al gran fraude de la estafa maestra de su administración. Esa que dice que le duele mucho, pero que tampoco le interesa investigar.Los fideicomisos no son el problema, no. Si eso fuera, ¿por qué el poder ejecutivo tiene 178 fideicomisos, con más de 558 mil millones de pesos?El tema son los recursos opacos para las elecciones y la venganza contra el poder judicial que todo le rechaza.La batalla no ha terminado, morena en el senado, realizó una chicanada legislativa para eliminar 13 de los 14 fideicomisos del poder judicial.No había quorum, una senadora firmó sin estar presente y sumaron a dos integrantes en una de las comisiones para destrabar el empate legislativo que evitaba la extinción de los fideicomisos.Pero en Morena, todo se puede, aun pisoteando la Ley.Lo ganaron en el pleno.Pero  lo perderán frente al debido proceso.

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