Alejandro Rodríguez Cortés*.
Como cuando presumió que los jeques árabes le habían aplaudido por supuestamente destrabar un acuerdo mundial de producción petrolera en donde México fue más bien una molesta piedra en el zapato, Rocío Nahle debería avergonzarse de las loas presidenciales para lanzarla en pos de la gubernatura de Veracruz.
No hay nada de qué enorgullecerse. Fiel a la escuela obradorista, la secretaria de Energía de la mal llamada Cuarta Transformación mintió consuetudinariamente durante casi 5 años de una gestión desastrosa, que el oficialismo quiere disfrazar de honrosa por haber construido una refinería que, tras ser inaugurada un par de ocasiones, no ha procesado un solo litro de combustible.
Aunque parezca increíble, lo más grave no es engañar a los bobos normalizadores del régimen con una obra inconclusa que aún demandará para su terminación más de 100 mil millones de pesos del presupuesto 2024, sino el monumental sobrecosto de la utopía y el engaño de que ésta sería símbolo de una eficacia gubernamental simplemente inexistente en estos tiempos.
Recordemos que AMLO y Nahle no concesionaron la construcción porque ninguna empresa especializada en el mundo consideró viable ni el costo determinado por la 4T ni el plazo fijado para terminarla. Todo mal: ni el complejo Dos Bocas costó 8 mil millones de dólares (el costo va en lo doble y aún no terminan), ni empezó a funcionar cuando lo prometió el presidente López Obrador para dizque completar su hazaña de “recuperar la soberanía energética”.
Petróleos Mexicanos sigue y seguirá registrando pérdidas en refinación; sigue y seguirá importando gasolina refinada; sigue y seguirá endeudada como la petrolera que más lo está en el orbe. Rocío Nahle sigue y seguirá siendo lo que ha sido desde que fue una grilla y gris legisladora que engañaba con el cuento de que era experta en energía e hidrocarburos.
Pero la herencia de Nahle antes de irse a seguir gastando inútilmente recursos públicos, ahora para una campaña electoral, no termina en un Pemex que maquilla cifras para ocultar que produce menos petróleo que en 2018 y que está soberanamente quebrado, porque también pasa por el sector eléctrico mexicano, al borde del colapso y con una controversia comercial de Estados Unidos pendiendo sobre su cuello.
Si la ideologizada Nahle sorprendió al mundo árabe con su falta de representatividad y abyecta incompetencia, también lo hizo frente al sector energético que vio a una funcionaria dedicada a la absurda apuesta mexicana por las energías fósiles y que dio la espalda a un proceso donde México ya estaba a la vanguardia global en la generación de alternativas renovables para producir electricidad limpia y barata dirigida a industria, vehículos y hogares.
El premio a la mediocridad como signo de la casa, coronado por una ley a modo para que una zacatecana gobierne Veracruz, con la vergüenza del fracaso y la ignominia sobre sus espaldas. Lo justo sería, en todo caso, una derrota electoral y la posterior rendición de cuentas a la Nación. Ya veremos.
*Periodista, comunicador y publirrelacionista
@AlexRdgz