Raúl Flores Martínez.
Cuántas veces usted no se ha enterado, que los periodistas y activistas, aquellos que investigan sobre algunos hechos violentos que han dejado marcada a la sociedad, se convierten en el enemigo público número uno de los gobiernos.
Somos cómo esa especie que apesta, qué se tiene que exterminar para evitar que se siga dando a conocer algunos detalles de las investigaciones que se tratan de ocultar, tratan de ocultarse en el cajón del olvido colectivo.
En los últimos días he platicado con Marcela Turati, periodista y escritora de temas relacionados con los derechos humanos, he tenido la oportunidad de trabajar con ella en coberturas como la de los profesores de la sección 22 de CNTE en Oaxaca en el 2006, cuando Turati era parte de la plantilla del periódico Excélsior donde tengo el gusto de colaborar desde hace 19 años.
También platiqué con Yesenia Valdez, Coordinadora del Área de Defensa Integral de la Fundación para la Justicia, quienes por separado me han comentado que han sido vigiladas, espiadas junto con Ana Lorena Delgadillo directora de la Fundación; y la directora regional y perita del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), Mercedes Doretti.
Tres personas que se han metido de lleno en la investigación de las fosas clandestinas en Tamaulipas al igual que la muerte de 72 migrantes en San Fernando, un tema que deja mucho que desear ahora que está de moda los temas de migración en México.
Concentrémonos en la muerte de 72 migrantes ocurrida entre el 22 y 23 de agosto del 2010, una ejecución masiva que 13 años después, no se tiene una claridad en quiénes ordenaron la ejecución, muertes por no pagar el rescate o no querer pertenecer al grupo delictivo.
Las investigaciones que han realizado Marcela Turati, se refleja en su libro “San Fernando, la última parada y el trabajo que realiza Ana Lorena Delgadillo y Mercedes Doretti, que por separado han exhibido el mal proceder de las autoridades de la ex Procuraduría General de la República y ahora de la Fiscalía General de la República, quiénes a través del sistema Pegasus las han espiado para saber, quienes les han pasado la información sobre estas muertes.
Cómo periodista que hace investigación de campo, puedo afirmar que lo único que han hecho Ana Lorena, Mercedes y Marcela, es trabajar, estar en el lugar de los hechos, algo que no hacen los peritos de la FGR, algo que no hacen las autoridades.
Lo qué no se vale, es que la propia CNDH, desacredite las acusaciones de estás tres profesionales que lo único que hacen, es un excelente y perfecto trabajo qué ha dejado mal parados a varios funcionarios que no pasan del escritorio.
La muerte de los 72 migrantes tiene todavía mucha historia que contar, incluyendo a familiares de las víctimas qué dudan que los restos que les fueron entregados, sean de sus seres amados que cayeron bajo las armas de Los Zetas, aún queda la duda que los detenidos sean, quienes les quitaron la vida, aun queda la duda de qué en este país haya justicia para las familias de las víctimas.