Por. Raúl Flores Martínez
La extradición de Ovidio Guzmán es parte de una negociación que tuvo el presidente Andrés Manuel López Obrador con el gobierno de Estados Unidos para llevar al hijo de “El Chapo” Guzmán a los tribunales estadounidenses, una extradición que teñirá de rojo algunos estados del país.
Esta extradición es una clara traición, una más que hace el presidente mexicano a quienes lo apoyan; no es un secreto que hubo un pacto de apoyo para que la Cuarta Transformación ganara las gubernaturas del corredor del Pacífico el año pasado.
Quienes estuvieron en la cobertura de las elecciones en el corredor del Pacífico, dieron a conocer la movilización de las células del crimen organizado para el apoyo a los actuales gobernantes de Morena en algunos estados del país.
Esa traición le costará muy caro a la Cuarta Transformación; sobre todo a todos aquellos que tienen deudas con la fracción de “Los Chapitos”, esas deudas de protección y financiamiento.
No son casualidad las constantes visitas de López Obrador a Culiacán, no es casualidad que la fiesta de la hijastra de José Ramón López Beltrán, casualmente fue amenizada por el grupo norteño “Los Nuevos Rebeldes”, autores del Corrido “Los Hijos del Chapo”.
Dentro del decálogo del crimen organizado, una traición se paga con sangre, y no con sangre de inocentes, sino con sangre de la organización que traicionó.
Hasta este día, el presidente Andrés Manuel López Obrador, no se ha pronunciado por la extradición de Ovidio Guzmán López, que en otros sexenio ya se estuviera presumiendo, pero no ha mencionado absolutamente nada desde el pasado viernes.
¿Quién será el primero en caer? ¿Qué estado del país tendrá un incremento de violencia? ¿Habrá más visitas a Culiacán?
Respuestas que se tendrán en los próximos días, porque se quiera o no, el crimen organizado nunca perdona una traición.