Por. Rubén Cortés
En su baño de multitudes ayer, en su estreno como la competidora contra el presidente candidato ilegal y de facto, Xóchitl Gálvez avisó que no responderá a ningún partido político, aunque sea la candidata de tres partidos.
“Soy políticamente daltónica. Sólo veo un color: el color de México”, dijo la candidata presidencial del Frente Amplio por México, integrado por PAN, PRI y PRD. Quiere decir que, poco a poco, va a buscar alejar su imagen de los partidos políticos que la ungieron.
Será lo indicado esperar en alguien que se dice “políticamente daltónica”, si se tiene en cuenta que el daltonismo es una deficiencia en la visión de los colores, y significa que se ven los colores de manera diferente a la mayoría de las personas.
No importa que ese daltonismo político venga de una senadora de un partido político y que haya salido vencedora en un proceso interno de tres partidos políticos juntos: Xóchitl Gálvez hace lo correcto, en un momento en que los partidos políticos están a la baja.
Y esos tres partidos lo saben: por eso ungieron a la persona mejor dotada en estos momentos, en la oposición, para articular un discurso populista que atraiga a todos, con lenguaje cercano a las muchedumbres, y en contra de las “élites” políticas.
PAN, PRI y PRD dieron un paso atrás para dar dos adelante; tomaron una gran candidata, a riesgo de que se les vaya de las manos, no sólo porque lo desee, sino obligada por la realidad: los partidos no parecen comprometidos con la gente, y están desacreditados.
Y es ahí donde está el lío, porque, sí, los partidos no parecen comprometidos con la gente, y están desacreditados, pero los partidos son imprescindibles para recuperar la solidez institucional a la que se encaminaba México, y que se perdió desde 2018.
Por eso es importante el fortalecimiento de los partidos: los partidos son los que pueden negociar o llegar a acuerdos en una sociedad democrática, de la mano de la sociedad, que fue lo que ocurrió ahora con el FAM para ungir a Xóchitl Gálvez.
Así que es comprensible que, en el poderoso entorno populista y antipartidista que vive el mundo actual (no únicamente México), la candidata de la oposición diga que “soy políticamente daltónica” y que “sólo veo un color: el color de México”.
Pero, justamente con su desenfado, su irreverencia y gracejo popular, su especial conexión emocional con la gente, Xóchitl Gálvez puede recuperar la política para el electorado, hacer que la gente se vuelva a identificar con los partidos políticos.
Porque ni partidos ni políticos vinieron de Marte: ellos salen de la sociedad.
Y, no nos engañemos: el apartidismo, lo único que hace es reventar la democracia.