Raúl Flores Martínez.
Es lamentable que cada día se dé a conocer la muerte de una mujer en México, es lamentable que a pesar de que se avanzó en el estudio del perfil de los feminicidas, no se están creando políticas públicas para evitar más feminicidios.
México ocupa el décimo lugar a nivel mundial en el ranking de muerte de mujeres a manos de un hombre. Es decir, 10.2 mujeres y niñas son asesinadas diariamente en México.
Algo que debe de llamar la atención, es que el feminicida no tiene un patrón de conducta, cada caso es diferente; sin embargo, desde hace más de una década, diversas instituciones educativas, colectivos feministas y algunos profesionales de la salud mental, han estudiado las conductas de los hombres que se convierten en feminicidas.
Todos tienen un punto de coincidencia, son individuos con fuertes carencias afectivas, incapaces de sentir empatía por el semejante, sin sentimientos de culpa y con un profundo odio a lo femenino.
La perfilación criminal que se tiene de estos hombres, son el grado de violencia que puede ser aprendido desde su niñez en el seno del hogar, la mayoría de los hombres que le quitan la vida a una mujer tiene un perfil psicópata narcisista, que suelen tener problemas de autoestima, producidos o bien por una infancia marcada por una falta de afecto, amor, compasión y empatía por parte de sus padres y entorno más cercano, o bien por un tema genético.
Algunos homicidas, como José Luis Calva Zepeda, el caníbal de la Guerrero, reunía estas características de ser caballeroso, darse a querer con todo el mundo, alegre, dicharachero y respetuoso con la finalidad de atraer a sus víctimas.
Actualmente diversos grupos de hombres que fueron violentados y a través de diversas terapias con asesorías de universidades, como la Universidad Autónoma Metropolitana y la UNAM, han establecido grupos de ayuda a hombres violentos con la finalidad de evitar más feminicidios en el país.
Ya es momento que sociedad y autoridades, pongan un alto a la violencia de hombres contra mujeres, ya es momento que se inicie un proceso de políticas públicas, dónde se canalicen recursos públicos para salvar a víctimas que pueden perder la vida.
