Los medios y el acceso a la justicia

Boris Berenzon Gorn

Boris Berenzon Gorn.

La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.

Cicerón

Si retomásemos de Bernard Manin el concepto “Democracia de audiencias”, tendríamos que admitir que en la sociedad globalizada e individualista sostiene un capitalismo exacerbado cuya meta es el “asalto al ecosistema productivo” y por ello la democracia tiene características propias que se manifiestan en las narrativas de los medios y las redes sociales. Los cambios en la forma de hacer política son innegables y se extienden allí donde la historia ha transformado las reglas del juego para adaptarlas a la tecnología. Así lo considera Heriberto Muraro en su obra Políticos, periodistas y ciudadanos, misma que conduce a preguntarnos cómo se ejerce el dominio sobre la opinión pública considerando la tensión entre la videopolítica y el periodismo de investigación.

La videopolítica utiliza los medios de comunicación audiovisuales con el fin de conectarse con los ciudadanos. Aquí, se considera—erróneamente—que los periodistas y el público juegan un papel pasivo como receptores de mensajes que son, en principio, persuasivos o capaces de manipular. Esto es el resultado de la adaptación a las formas comunicativas comerciales que dominan los medios y que se ajustan a la lógica de estos en cuanto a costos y tiempos impuestos. La videopolítica, originada en Estados Unidos y extendida prácticamente a todos los regímenes democráticos actuales, incluye una serie de estrategias que se utilizan no solo en las campañas electorales, sino también en el desarrollo de la vida política cotidiana.

Por otro lado, se encuentra el periodismo de investigación, también originado en Estados Unidos. Aquí, en lugar de ser los políticos quienes controlan la situación frente a los medios de comunicación, son estos quienes debaten ante los ciudadanos las acciones cometidas por los políticos. Esto se logra al sacar a la luz aspectos de la vida pública que los políticos preferirían mantener en privado. Últimamente se ha visto que más allá de los escándalos de la vida personal, son de especial interés todos aquellos aspectos que se refieren a la forma de gobernar. Este tipo de periodismo, que solía ser llamado “prensa amarilla”, ha retomado aspectos de muy diversa índole en los últimos años, también de suma complejidad. El periodismo de investigación supone el manejo crítico de documentos y fuentes de cualquier tipo, donde los medios tienen un papel activo en la búsqueda del dominio de la opinión pública sobre los políticos. Es inherente a una vida democrática más activa, que se aleja de la imposición vertical del discurso político.

La contraposición entre las maniobras de la videopolítica, encaminadas al encauzamiento de la opinión pública en su favor, y la fiscalización ejercida por el periodismo de investigación sobre los actores políticos, muestra dos estrategias basadas en intereses distintos. Evidentemente, el discurso político en campaña electoral busca, mediante la videopolítica, obtener la mayor cantidad de adeptos y en las acciones cotidianas contar con el respaldo de la opinión pública. El periodismo de investigación, por su parte, se mantiene bajo una lógica empresarial gracias a la eliminación de la dependencia de los partidos políticos, lo que le permite actuar libremente en la búsqueda de audiencias y, con ello, ser el órgano que dirija la opinión pública. Sólo cuando cumple estas condiciones puede afirmarse que ejerce el llamado “cuarto poder”, y esto incluye a las redes sociales y el juego discursivo de la web 2.0.

Sobre los efectos de la videopolítica, las posturas son diversas. Por un lado, se sostiene que la manipulación ejercida por ella hace del ejercicio de la democracia una actividad banal, al convertir el ejercicio político en proyección de una imagen donde el aspecto físico, los eslóganes y el manejo de las emociones prevalecen sobre la racionalidad y son los principales motivos del voto. Por otro lado, se objeta que el proceso sucede de manera inversa y que son los políticos más populares los que obtienen apoyos económicos mucho más significativos, lo que condiciona su presencia en los medios. Sea cual sea la postura que se adopte, lo cierto es que la ampliación de la vida política a sectores que no tenían acceso a ella gracias al uso de los medios de comunicación no implica necesariamente la ampliación de los argumentos racionales que deberían utilizarse en la democracia.

En lo que respecta al periodismo de investigación, las opiniones críticas al respecto, provenientes sobre todo del parlamentarismo, sugieren que no necesariamente las investigaciones se ejercen de manera responsable. Se argumenta que el poder que tienen los periodistas a menudo desplaza a los representantes del pueblo y que además simplifica en exceso los problemas políticos. Muraro asegura que: “En un régimen democrático, en el cual está vedado recurrir a la censura, y en una sociedad en la cual los medios han logrado liberarse del patrocinio de funcionarios y dirigentes partidistas, la única manera de lograr una alianza entre políticos y ciudadanos, inmune a las opiniones del periodismo, es simplemente ‘gobernar bien’.”

El buen gobierno implica una buena administración pública, la reducción de las brechas y desigualdades sociales, buenas políticas económicas. Así, es evidente que el poder de los medios de comunicación funciona como un contrapeso al uso excesivo que los políticos podrían hacer en una sociedad democrática, donde la dirección de la opinión pública no está únicamente en manos de la videopolítica. Un ejemplo de esta tensión se aprecia en el filme de 2008 Frost/Nixon- la entrevista del escándalo, donde los medios de comunicación y la videopolítica se representan en el juego de poder entre Nixon y David Frost. Desde el principio la evidencia del escándalo del Watergate, la dimisión de Nixon de la presidencia y el posterior indulto que le concede su sucesor, dejan en la ciudadanía un vacío considerable. La fuerza de la ciudadanía frente a quienes ejercen el poder se ve socavada por los actos verticales cometidos en Washington, y la entrevista es la posibilidad de confrontar a Nixon ante el pueblo estadounidense, como si se tratara de un juicio.

El desarrollo de la historia demuestra una lucha continua por el control de la opinión pública entre Nixon y Frost, pues el interés del expresidente es, claramente, regresar al escenario político gracias al respaldo de la opinión pública, tratando de resaltar los aspectos positivos de su gobierno y reduciendo al entrevistador a un mero receptor con un papel pasivo. Frente a él, Frost y su equipo de investigación se enfocan en obtener de Nixon una confesión y una disculpa para el pueblo, o al menos evidenciar con pruebas irrefutables los delitos en los que incurrió y las consecuencias negativas de su mandato. El triunfo del periodismo de investigación es abrumador, pues consigue poner en aprietos al expresidente con pruebas irrefutables y lograr que exprese públicamente sus responsabilidades. Nixon termina aceptando sus faltas y la imagen de su rostro destrozado en el primer plano de la pantalla televisiva marca el fin de su carrera política.

El periodismo de investigación desde esta perspectiva constituye, efectivamente, una fuerza democratizadora que permite evaluar el desempeño de los líderes políticos. Aunque el público receptor podría parecer pasivo, la confrontación de argumentos le permite tomar la última decisión. Trasladado a nuestros días, en una confrontación de este tamaño no hay posibilidad para el silencio, las redes sociales y los espacios de expresión ciudadana funcionan como canales casi cristalinos  de presión para la verdad. Queda admitir que además de los procesos judiciales, la justicia también se imparte al trabajar por la construcción de la verdad y la prevalencia de la memoria.

 

Manchamanteles

No hay receta para la felicidad, pero Neruda inventó una ‘oda al caldillo de congrio’, he aquí un fragmento:

 

En el mar

tormentoso

de Chile

vive el rosado congrio,

gigante anguila

de nevada carne.

Y en las ollas

chilenas,

en la costa,

nació el caldillo

grávido y suculento,

provechoso.

Lleven a la cocina

el congrio desollado,

su piel manchada cede

como un guante

y al descubierto queda

entonces

el racimo del mar,

el congrio tierno

reluce

ya desnudo,

preparado

para nuestro apetito.

[…]

Ya sólo es necesario

dejar en el manjar

caer la crema

como una rosa espesa,

y al fuego

lentamente

entregar el tesoro

hasta que en el caldillo

se calienten

las esencias de Chile,

y a la mesa

lleguen recién casados

los sabores

del mar y de la tierra

para que en ese plato

tú conozcas el cielo.

 

 

 

 

Narciso el obsceno

A veces la verdad está muy photoshopeada.

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