Raúl Flores Martínez.
Algo está pasando en Michoacán, la inseguridad y el enfrentamiento entre los grupos criminales en al menos cuatro comunidades de Apatzingán, se dan con toda la impunidad.
De acuerdo con testimonios en redes sociales, dan cuenta de un ataque con drones cargados de explosivos en la comunidad de El Guayabo, implosión que fue grabada a distancia por un poblador.
También, se registraron enfrentamientos antagónicos entre grupos del crimen organizado en el poblado de Puerta de Alambre y sus alrededores.
Ese choque a tiros dejó entre el fuego cruzado a cortadores de limón, que grabaron algunos de esos episodios de violencia, mientras se tiraban al piso.
Todo esto bajo la complacencia del Gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, quien sigue en su postura de que no pasa nada en la entidad que encabeza, no pasa absolutamente nada, todo es paz y amor.
Hasta cuándo los gobernadores morenistas, tendrán la decencia por qué no se les puede pedir otra cosa, de aceptar que su ineptitud para gobernar los está llevando poco a poco al hoyo de la ingobernabilidad.
Ya son varios años y por lo menos tres gobernadores, que no han podido con el tema del crimen organizado en la entidad, no han podido por algo tan sencillo, sus corporaciones están plagadas de criminales, están plagadas de sicarios que están dentro de las policías estatales o municipales para tener espías dentro de la corporación.
Primero fue la Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios, los Viagras, el CJNG y ningún gobierno ha podido acabar con esta plaga que lastima severamente las finanzas internas del estado, sobre todo a los ciudadanos que han tenido que abandonar sus casas para estar a salvo.
Extorsiones, derecho de piso, venta de droga, laboratorios clandestinos e incluso sembradíos de hoja de coca, es lo que ya se produce en el estado, haciendo a un lado a los productores de limón y aguacate.
Qué pensará Alfredo Ramírez Bedolla sobre la entidad que gobierna, qué pasará por su cabeza cada vez que escucha que en determinada comunidad hay enfrentamientos entre grupos rivales, qué pensara.
Todos los habitantes de las comunidades donde están las células del crimen organizado saben quiénes son los integrantes de esas células; pero falta algo llamado investigación y ganas para poderlos encerrar y así bajarles la intensidad a los enfrentamientos, solo es cuestión de abrir los ojos.
