AMLO impulsa a Xóchitl

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Lo que son las veleidades de la vida política: hace menos de un mes, la pregunta no era si había posibilidad de derrotar a Morena en la elección presidencial del año que viene, sino si la oposición sería capaz de concentrarse en ganar la mayoría en el Congreso de la Unión para evitar así la locura, el despropósito autoritario del régimen de Andrés Manuel López Obrador y sus sueños de continuidad.

Pero sucedió lo impensable: el mandatario que miente con el rollo de que las mañaneras son un ejercicio de comunicación circular, le negó su derecho de réplica a un personaje a quien despreció y minimizó en su infinita soberbia, y hoy es un fenómeno político, mediático y digital que catapultó de repente una opción que puede echar a patadas de Palacio Nacional al morenismo en pleno.

Xóchitl Gálvez no es una improvisada de la grilla, pero tampoco una vieja política rancia, acartonada, del viejo estilo priísta que ella lleva años combatiendo. De hecho, ha construido hábilmente una carrera que ella misma llevaba hacia la jefatura de gobierno de la ciudad de México, con casi seguras posibilidades de triunfo, pero que de repente cambió su ruta hacia la presidencia de la República por la necedad e increíble falta de cálculo político de López Obrador.

Es tanta la sorpresa y es tan orgánica e intensa la cascada de apoyo y simpatía que ha despertado Xóchitl, que los desubicados miembros y porristas de la mal llamada Cuarta Transformación no saben qué hacer, y lo que hacen abona a la creciente popularidad de una hidalguense que les da una prueba de su propio chocolate: es ella quien puede arreglar su desastre y enarbolar sus mismas banderas sociales, pero sin improvisación ni ocurrencias, con estrategia y planeación, con buenos cuadros que tengan 100 por ciento de capacidad y cero por ciento de abyección y lambisconería.

El propio presidente de México lleva una semana hablando de Xóchitl, y el tsunami lo ha revolcado: la ubica como parte de la mafia del poder, pero no tiene partido; le espeta que no conoce las comunidades indígenas, y viene de ahí, además de trabajar para ellas hace dos sexenios; se burla de que vendía tamales, pero olvida que él ofrece atole con el dedo; minimiza su bicicleta mientras el jetta blanco se ha transformado en una Suburban blindada; acusa groserías en su hablar, pero él miente 100 veces al día en el Salón Tesorería.

En fin, que desde que Xóchitl Gálvez se apuntó en el proceso que finalmente logró organizar el Frente Amplio Opositor a pesar de PRI, PAN y PRD, franquicias necesarias legalmente para llegar a la silla del Águila, el gobierno en turno le hace campaña, mientras que sus corcholatas se pierden por primera vez en el mar de la discusión pública. El tema es Xóchitl, tanto así que el mismísimo Andrés Manuel López Obrador lleva una semana hablando de ella, mientras el país se desangra en asesinatos y ejecuciones, explota una plataforma marina de Pemex y a la par sigue incumpliendo promesas: persiste el desabasto de medicinas; Dos Bocas no refinó su primer litro de gasolina al iniciar julio; no se reabrió la línea 12 del metro capitalino; el Tren Maya tiene los primeros trenes pero la vía sigue inconclusa en medio de la devastación ambiental; la economía mexicana no crece lo que debiera, y cada vez se vislumbran más conflictos de ingobernabilidad, con paros y bloqueos por todas partes.

En dos meses concluirán los procesos de selección de candidato por parte del oficialismo y de la oposición. Y ahora la pregunta es si AMLO mantiene su apuesta por una mujer sin gracia ni empatía que simplemente recita una y otra vez la doctrina obradorista, o tiene que echar a andar un plan B o incluso uno C, porque parece muy probable que Xóchitl Gálvez, la indígena acusada de mestiza y machuchona por el oficialismo, haga de la elección de junio de 2024 un ejercicio competitivo de esperanza: la continuación del desastre o la opción de un gobierno de coalición encabezado por una carismática y también bien preparada mujer que reconcilie a nuestro querido México y le de certeza de un rumbo mejor.

Claro, primero tendrá que vencer en la propia competencia interna de la renacida oposición mexicana.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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