Por. Rubén Cortés
Justo en la semana en que el presidente rompe la barrera sicológica de los 160 mil homicidios, en menos de cinco años de gestión; Ebrard presenta su “plan de gobierno” para que México tenga el sexenio más seguro de la historia.
El plan de seguridad de Ebrard se llama “Ángel”, pero quizá debería de llamarse “Inocente”, porque promete que “no nos va a costar un centavo”. Como sea, hoy sabremos de qué se trata del plan del excanciller. Mientras, hasta ayer iban 159 mil 770 asesinatos.
Vamos, tampoco es que se necesite demasiado para que México sea más seguro que hoy: basta con que las fuerzas coercitivas del Estado (cuerpos militares, grupos de inteligencia, instituciones de seguridad) persigan a los criminales, en lugar de dejarlos hacer.
Como sea, a eso de “sin gastar un centavo adicional del presupuesto”, quizá Ebrard se refiera a que, a diferencia de su jefe el presidente, él sí gastaría los cuantiosos recursos del Ejército en intentar lograr seguridad pública en este país tierra de nadie.
Porque lo que es dinero, sí hay eh: el Ejército mexicano maneja dos mil millones de dólares, una locura de dinero, que lo ubica en el número 13 de los 145 países revisados por el índice estadounidense Global Firepower.
En efectivos y dinero, el Ejército mexicano sólo es superado por los de China, India, Estados Unidos, Corea del Norte, Rusia, Pakistán, Irán, Corea del Sur, Vietnam, Egipto, Turquía, Indonesia, Birmania, Colombia, Brasil y Tailandia.
El Ejército mexicano es la mayor empresa del Estado mexicano, como dueño del conglomerado de empresas Grupo Aeroportuario Ferroviario y de Servicios Auxiliares Olmeca, Maya, Mexica, que administra más de 300 mil millones de pesos.
Pero gasta el dinero en usar el mecanismo Pegasus para espiar ilegalmente a dos periodistas, y a un defensor de derechos humanos, durante la actual administración, gracias a que dirige los servicios de inteligencia civiles.
El plan de Ebrard, para que México tenga el sexenio más seguro de la historia, tiene que empezar por utilizar en la seguridad pública las carretadas de dinero que reciben las fuerzas coercitivas del Estado, que hoy van a un barril sin fondo.
Sin embargo, Ebrard jamás plantearía un plan que contradiga los de su jefe el presidente. Su condición de corcholata lo obliga a repetir los mandamientos del proyecto de “transformación” del presidente, como les advirtió el jefe de Morena.
Así que Ebrard no puede dimensionar ante sus posibles electores la catástrofe que significa para México que, con el villano incapaz Enrique Peña, se registraron 156 homicidios dolosos en seis años, mientras con su brillante jefe van 160 mil en cinco.
Y si no puede dimensionar eso…
Tiene que morderse la lengua.