Rubén Cortés.
La peor derrota para el presidente en la salud pública (que prometió sería gratuita y con médico personal para cada mexicano) es que Israel Rivas, activista a favor de niños con cáncer, se apunta para buscar la presidencia por la oposición.
Este presidente hizo el recorte más profundo de la historia a la atención del cáncer infantil: da apenas 15 millones de pesos al año en el Fondo de Salud para el Bienestar; pero sus corcholatas gastan en 64 millones 800 mil pesos en espectaculares en una semana.
Sí: gastan en una semana, pagando carteles con su fotografía, 16 veces más dinero que reciben del gobierno los niños enfermos de cáncer en todo un año, para ser sometidos a quimioterapias que los mantengan vivos.
Dhana, la hija de Israel Rivas, padece leucemia linfoblástica aguda. Es la mayor derrota del presidente: que sea esta lacerante situación la que impulse a un padre a entrar a la política, para intentar cambiar al México real.
Pero el presidente es indolente. Cinco años después de su estruendoso fracaso en la salud pública, sigue prometiendo lo mismo que lo hizo ganar la presidencia: “En mi último año, sí vamos tener un sistema de salud pública como Dinamarca”.
Un cinismo político cruel, típico “del demagogo que predica doctrinas que sabe que son falsas a personas que sabe que son idiotas”. Porque sus precandidatos malgastan en repetir sus frases en carteles, 16 veces lo que autoriza, para un año, a los niños con cáncer.
El sistema de salud de Dinamarca garantiza la gratuidad de todos los servicios médicos a todos los ciudadanos, y todos los ciudadanos tienen un médico de cabecera, pagado por el gobierno. Pero en México, hoy, 35 millones carecen de acceso a la salud.
Ya se verá, en 2024, cómo acaba su gestión (sin salud gratuita y bañada en sangre con un cuarto de millón de asesinatos y medio millón de muertos por su desatención al COVID-19), pero mientras veamos la Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto de los Hogares:
–Las familias incrementaron en 40 por ciento los gastos en salud.
–De 2018 a 2020, los mexicanos con carencia en el acceso a los servicios de salud pasaron de 20.1 millones a 35.7 millones.
–En estos cinco años, el gobierno nunca ha podido garantizar el flujo necesario de aspirinas, omeprazol, insulina, atorvastatina, amoxicilina, diclofenaco y ciprofloxacina.
–Cayó 70 por ciento la vacunación de niños, y regresaron enfermedades ya erradicadas: apenas tres de cada 10 menores tienen esquemas completos.
–La salud pública consumía antes de este gobierno mil 600 millones de unidades de medicamentos; con este gobierno consume mil 200 millones: o sea, hay desabasto.
Bastaba con seguir siendo México, y no querer ser Dinamarca.