Carlos Arturo Baños Lemoine.
Por fin acabó el mes de la “diversidad sexual”. Antes sólo se hacía fiesta en torno al “orgullo gay” el último sábado de junio de cada año. Ahora tenemos que soportar todo un mes de bombardeo ideológico alrededor de la temática de la “diversidad sexual”.
Los lobbies LGBTIQ+ convencieron a ciertos políticos y empresarios para que, todo el mes de junio, varios espacios públicos y privados queden atiborrados por la banderita del arcoíris y otras más que se han sumado al fandango ése.
A ver, que quede claro este asunto: cada quien puede hacer con su cuerpo lo que le venga en gana mientras no pase por encima de derechos ajenos. Nada tenemos qué reprocharle a quien decide compartir gozos sexuales con una persona adulta de su propio sexo. Y nada debe impedir que dos personas del mismo sexo formen un lazo conyugal-familiar.
El problema está en que los lobbies LGBTIQ+ se han vuelto sumamente fanáticos e intolerantes ante la crítica, ante las ideas que no los favorecen, ante los argumentos que no les apaluden sus ocurrencias.
Los “diverso-sexuales”, que durante tantos años exigieron respeto y tolerancia, ahora se han vuelto unos auténticos fascistas ante quienes no piensan como ellos. Ya se les ha hecho hábito llamar “discurso de odio” a todas las formas de pensar que los cuestionan, los impugnan, los critican y los descalifican. Lo peor: en nombre de los derechos humanos, los “diverso-sexuales” exigen que el Estado censure, persiga, castigue y reprima a quienes no piensan como ellos, a quienes no se someten a sus caprichos ideológicos.
Y ante tanto desorden mental, emocional y conductual, bien vale la pena recordarle a todo el mundo que en el origen de todo siempre ha estado y estará la heterosexualidad. Así es, mis amigos: detrás de cualquier ser humano, incluso detrás de todos los “diverso-sexuales”, está una relación de tipo heterosexual, porque sólo a partir de la heterosexualidad es posible la reproducción de la especie. Lo siento: la clonación no ha avanzado lo suficiente, ¿verdad, oveja Dolly?
Por más sexo que tenga una pareja gay, no habrá reproducción. Por más sexo que tenga una pareja lesbiana, no habrá reproducción. En el origen de todo ser humano está el binarismo sexual, la heterosexualidad. Es un asunto de elemental biología. Y hay que recordarles a los ignorantes de nuestros tiempos, que el concepto género tiene su raíz en el latín genus-generis, que claramente se refiere a la objetiva capacidad de crear descendencia, de causar prole, de traer al mundo nuevos ejemplares de la propia especie.
Por naturaleza, la homosexualidad es infecunda, es infértil, es estéril. Sólo la heterosexualidad tiene capacidad reproductiva, le duela a quien le duela. Así que no olviden, mis amigos, que toda expresión de la “diversidad sexual” sólo tiene un origen: la heterosexualidad.
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