Salud mental: conectar, desconectar y equilibrar

Boris Berenzon Gorn

Boris Berenzon Gorn.

Un poco de locura en la primavera es saludable incluso para el rey.

Emily Dickinson

 

Aunque actualmente se acepta en lo general la importancia que tiene la salud mental y su cuidado como un factor básico para el desarrollo de la personalidad y alcanzar un bienestar integral, aún existen numerosos obstáculos a vencer para posicionar en su justa medida este aspecto de nuestra existencia humana. Desafortunadamente, también existen opiniones que minimizan o desestiman la importancia de la salud mental para llevar una vida plena y feliz, que estigmatizan las enfermedades mentales, evitando un abordaje social saludable y la ruptura de las estructuras de poder que influyen.

Tener una buena salud mental es necesario para que las personas alcancen bienestar emocional, sean capaces de disfrutar ampliamente de la vida, experimenten emociones positivas y tengan los mecanismos para generarlas desde el disfrute y con miras al crecimiento permanente, manejando de manera efectiva las dificultades. Para poder llevar a cabo nuestras actividades cotidianas, es preciso contar con una salud mental adecuada, ya que, aunque por momentos no parece haber una relación directa entre la funcionalidad de nuestra concentración, la productividad y el desempeño, la salud mental está en la base del éxito en todas las áreas que nos propongamos alcanzar.

Ocurre algo similar con la toma de decisiones. Elegir caminos, estrategias y métodos puede ser guiado por impulsos inconscientes y poco cautelosos si nuestra salud mental no está en su mejor momento. Elegir de manera informada y racional requiere que nuestro estado de salud mental sea óptimo, que seamos capaces de despejar la mente y dejar de lado el estrés y las preocupaciones, sobre todo cuando son decisiones importantes en la vida. Al mismo tiempo, la salud mental nos permite cuidarnos a nosotros mismos, resguardarnos y reconocer nuestras necesidades, protegernos en otros ámbitos y reconocer nuestros límites, de tal manera que la relación con los demás y con nosotros sea mucho mejor. Además, la salud física se conecta directamente con la salud mental, ésta influye en el desarrollo de enfermedades nerviosas, cardíacas, trastornos digestivos, problemas del sueño, etcétera.

Una buena salud mental nos permite contar con herramientas necesarias para enfrentar los retos cotidianos, enfrentar el cambio y recuperarnos de las dificultades de manera eficaz, es decir, ser más resilientes. Cuando nos encontramos en equilibrio, podemos afrontar las situaciones sin restarles valor, y al mismo tiempo, ejercer una actitud de aprendizaje y persistencia. Además, el buen funcionamiento de nuestras relaciones interpersonales, desde el respeto, la tolerancia, la escucha activa, la empatía y la negociación, depende en gran medida del cuidado de nuestra salud mental. Esto es particularmente importante cuando se trata de relaciones verticales donde influye algún factor de poder, como padres e hijos, jefes y subalternos o profesores y alumnos. Las relaciones de pareja, con amigos e incluso compañeros de trabajo también son susceptibles a un buen manejo de la salud mental.

Reconocer la importancia de la salud mental en nuestra vida es pieza clave para el mejoramiento de la vida social, pues está en la base de los tejidos de interacción y comunicación que fundamentan las prácticas y el desarrollo de nuestras interacciones. De hecho, los grandes problemas sociales como la violencia, la intolerancia, los discursos de odio y las injusticias de todo tipo en gran medida están relacionados con la salud mental, y se favorecen de la poca atención que se le presta. La salud mental debe ser prioritaria y no sólo desde la perspectiva de la asistencia médica, es preciso contar con instituciones y profesionales de la salud mental, pero también con educación que nos permita prevenir y cuidarla a nivel individual y familiar.

Algunas acciones simples son suficientes para fortalecer nuestra salud mental y mantenernos atentos a los cambios y necesidades considerando el contexto de cada persona, que puede influir positiva o negativamente. Lo primero que hay que saber es la importancia de tener una rutina que considere todas las necesidades, incluyendo espacio para el autocuidado y el descanso. La rutina no puede estar únicamente enfocada en la productividad, pues todos los aspectos del desarrollo humano son importantes, por lo que reservar tiempo para situaciones agradables y convivir con los seres queridos es fundamental.

Es importante mantener hábitos básicos como una buena higiene del sueño que considere un número adecuado de horas para llevar a cabo todas las fases, incluyendo el sueño REM, eliminar los factores que afectan el buen descanso, como los ambientes ruidosos o la exposición excesiva a las pantallas con luz azul. Es conveniente generar espacios cómodos y establecer horarios para retirarse a descansar y dejar de lado las interacciones virtuales. También conviene atender las necesidades especiales si las hay, considerando las sensibilidades de cada individuo, por ejemplo el tipo de cama y temperatura, así como la posibilidad de utilizar ruido blanco o algún tipo de iluminación. No debemos minimizar el valor de un buen descanso ya que es la base de la salud mental.

Al mismo tiempo, es preciso llevar una alimentación saludable, evitando en la medida de lo posible los alimentos procesados, azúcares y estimulantes y favoreciendo el consumo de nutrientes que contribuyan al buen desarrollo de nuestro cuerpo. De la misma manera, conviene evitar el consumo de alcohol y cualquier tipo de sustancias psicoactivas. Incorporar actividad física de manera regular, por pequeña que sea, puede marcar una gran diferencia. No es necesario practicar deportes de alto impacto; una buena caminata o un baile pueden generar un cambio significativo en nuestra química cerebral. El ejercicio es un aliado fundamental para la salud mental.

Es conveniente aprender a manejar el estrés y contar con técnicas de relajación, como la meditación. El objetivo es tener un espacio propio de desahogo que puede incluir una buena lectura, contemplar el paisaje o simplemente cerrar los ojos y escuchar música por un rato. Tener un momento diario para la regulación ayuda a tomar conciencia de las emociones y poder gestionarlas de mejor manera. Cualquier actividad que brinde placer es positiva; no está mal tener un hobby o un pasatiempo que no genere dinero o que pueda parecer banal. Es momento de reconsiderar el valor que otorgamos al esparcimiento, al goce, al arte y a la creatividad.

En lo que respecta a nuestras relaciones interpersonales, debemos buscar que sean sanas, escuchando a los demás pero también estableciendo límites y ejerciendo el autocuidado. No es saludable fomentar relaciones por obligación. Incluso, es saludable alejarse de situaciones o personas que no aportan a nuestra vida y bienestar, sin que eso signifique dejar de quererlas, pero sí priorizar nuestras necesidades y paz. Hay que manejar los conflictos buscando su resolución pacífica, desde la empatía y la gratitud, pero sin perder de vista la protección de nuestra identidad. También conviene establecer periodos de desconexión digital y evitar compararnos en redes sociales, recordando que la mayoría de lo que vemos son narrativas construidas a modo que no reflejan la integridad de la vida de las personas.

En todos los aspectos de la vida, es necesario establecer un equilibrio entre la productividad en el trabajo o la escuela y el tiempo libre. Tener metas claras y alcanzables se logra con una buena gestión del tiempo y el conocimiento de nuestras habilidades y herramientas. Los momentos de diversión y paz favorecerán de manera sustancial la salud mental, pero sin duda, la mejor manera de contar con una buena salud mental es fortalecer la autoestima, valorar nuestro propio progreso, fomentar situaciones positivas y saludables, y reconciliarnos con nuestros propios caminos y metas. La única persona con la que podemos compararnos es con nosotros mismos.

 

Manchamanteles

Para liberarse del tedio, para mejorar la salud mental hace falta un poco de locura, o así lo cree Arturo Borja:

¡Madre Locura! Quiero ponerme tus caretas.

Quiero en tus cascabeles beber la incoherencia,

y al son de las sonajas y de las panderetas

frivolizar la vida con divina inconsciencia.

 

¡Madre Locura! Dame la sardónica gracia

de las peroraciones y las palabras rotas.

Tus hijos pertenecen a la alta aristocracia

de la risa que llora, danzando alegres jotas.

 

Sólo amargura traje del país de Cíteres…

Sé que la vida es dura, y sé que los placeres

son libélulas vanas, son bostezos, son tedio…

 

Y por esto, Locura, yo anhelo tu remedio,

que disipa tristezas, borra melancolías,

y puebla los espíritus de olvido y alegrías…

Narciso el obsceno

Ya no me mire más las piernas doctor.

 

 

 

 

 

A la memoria de mi amado padre Tobías

Tus días, tus palabras, tu sonrisa y tu presencia quedan fijadas en la eternidad, en mi existencia con amor y gratitud. Flotas en la memoria, de quienes te amamos, de nuestros pasados y nuestros futuros; con tu tiempo infinito y tus brazos que consuelan. La imagen de tus ojos viaja conmigo, tu voz y tus andanzas, las sabidas y las que guardaste cauteloso. En este devenir nada termina, permanencia perpetua, huella infinita, paz y calma. Vamos de la mano, como siempre, caminando juntos como siempre. Nos volveremos a abrazar.

 

 

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