Raúl Flores Martínez.
La evolución del crimen organizado en México, lleva más de 113 años, no es un fenómeno actual, no es la culpa de una o de otra administración; sino de todas en conjunto que han aplicado diversas estrategias que, en algunos casos, son un fracaso total.
Los traficantes de enervantes, utilizaban en su momento los trenes en la época de la Revolución para trasladar kilos de marihuana del norte a la ciudad de México, donde este estupefaciente era vendido en las boticas de la capital del país; de ahí se inicia una evolución que por décadas ha manchado a México de rojo sangre.
Actualmente la estrategia de “Abrazos, no Balazos”; ha sido la peor de todos los sexenios, muchas veces hemos dado los argumentos en este espacio, de esta estúpida idea del Presidente “Humanista” que ve a los sicarios y criminales, cómo humanos.
Está estrategia llevó al crecimiento y expansión del Cártel Jalisco Nueva Generación a expandirse, cómo plaga en todo el país cometiendo diversos delitos que van desde el tráfico de drogas sintéticas, cocaína, robo en todas sus modalidades, cobro de piso, extorsión, hasta cobrarles una cuota a las escort en Guanajuato.
Resulta que estos delincuentes han comenzado a controlar, el sexoservicio en Guanajuato, han comenzado a cobrarle cuotas a todas y todos aquellos, qué se dediquen el servicio de acompañamiento y actividad sexual, ya sea en las calles o a través de las redes sociales.
Esto es muestra de una grave crisis de inseguridad que ya se tiene en el país y que corre el riesgo de intensificarse a medida que se acercan las elecciones de junio de 2024, debido a la competencia entre grupos criminales por el control de territorios.
Debemos recordar que con la llamada Guerra contra el Crimen organizado que puso en marcha el Presidente Felipe Calderón en diciembre del 2006, los grupos criminales en México, se comenzaron a fragmentar con las diversas detenciones de sicarios y capos.
Estas detenciones acompañadas de aseguramientos de estupefacientes, llevaron a que el crimen organizado, se diversificará, incursionando en el robo de combustible, el tráfico de personas, los productos agrícolas, la minería y el control de puertos.
De acuerdo con el último informe de International Crisis Group, los alcaldes y otros funcionarios locales se han vuelto uno de los principales objetivos de la violencia criminal, prueba de ello son los 220 que han sido asesinados desde 2006, sesenta y cinco de ellos durante el gobierno de López Obrador.
Los alcaldes a menudo son condenados a un delicado acto de malabarismo, soportando las presiones de grupos criminales, respondiendo a las demandas de sus electores y supervisando policías con escasos recursos.
Es claro que ya casi termina el sexenio de López Obrador, y no ha entendido que la lucha contra la violencia criminal necesita estrategias que respondan a los riesgos y necesidades particulares de cada comunidad, como es el caso de Guanajuato, donde hasta las escort ya pagaran derecho de piso, eso se llama Trata de Personas.
