Rubén Cortés.
Tenía a mano a políticos profesionales (De la Fuente, Moctezuma), pero puso de canciller a una activista castrista, como obsequio al Eje La Habana-Caracas y en venganza al lobby cubano de Miami, que le llama con sorna “El Cámara Lenta”, por su hablar pausado.
Así que se decidió por Alicia Bárcena, a quien el lobby cubano de Miami le tumbó la candidatura para que ocupara la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo, al decidir que “no podemos permitir que una simpatizante comunista dirija el BID”.
En efecto, expresado por ella misma a la agencia oficial cubana Cubadebate, Alicia Bárcena es un notable activo castrista en la diplomacia continental; y casi a diario pelea con Yeidckol Polensvky para ver cuál de ellas elogia más a la dictadura cubana y a sus gobernantes.
Dice la nueva canciller de México: “Quiero hacer un tributo muy especial al fallecido comandante Fidel Castro y un abrazo fraterno al General de Ejército Raúl Castro, al presidente Díaz-Canel, por su incansable compromiso por el bienestar de Cuba y de su pueblo”.
Y dice la otra: “Fidel Castro, revolucionario consecuente y tenaz, hombre de todos los tiempos, estadista, visionario, transformó la historia de la humanidad para dar esperanza y libertad a los desposeídos. Guerrillero del tiempo”.
Fue la idolatría por la dictadura cubana lo que obligó al presidente a bajar a Alicia Bárcena de la candidatura al BID, pues fue vetada por la congresista de origen cubano María Elvira Salazar. El BID está en Washington, y la Casa Blanca decide quien lo preside.
Salazar le escribió el 26 de octubre a la secretaria del Tesoro de Estados Unidos:
“No podemos permitir que una simpatizante comunista dirija el BID. Alicia Bárcena celebra la opresión en Cuba y Venezuela y es una crítica de los mercados libres. Le pido, por favor, instruya al representante de Estados Unidos ante el BID para que vote EN CONTRA de la Sra. Bárcena”.
Pero donde hay desquite no hay agravio, por lo que el presidente mexicano se vengó del poderoso lobby cubano de Miami, y se congració con sus santones de La Habana: ahora Raúl Castro tiene a su ferviente admiradora al frente de la diplomacia mexicana.
¿Qué es muy delicado el tema diplomático como para venganzas personales, rencillas ideológicas, infiernillos de pacotilla? Sí, pero si el presidente mexicano demuestra algo cada día es que hace lo que le da la gana, porque puede, qué chingaos.
Por ejemplo, las dos últimas Fiestas Patrias se las dedicó a los dictadores de Cuba y Venezuela: en 2021 cedió el discurso principal a Díaz-Canel; y en 2022 invitó a Nicolás Maduro. Para que se sepa quién manda, y demostrar en qué bando está.
Claridoso él.