Jorge Miguel Ramírez Pérez.
Me da mucha pena que mi escepticismo respecto a la democracia siga vigente desde que escribí en el 2004, un libro sobre el tema: Acercamiento a una Geopolítica Electoral para México. En ese escrito aseveré lo que afirmaba Josep Colomer, un estudioso de la transición democrática en España, sobre las democracias originadas cupularmente, las de arriba, que no son reales, son ineficientes y causan dolor a los ciudadanos porque se trata de un sistema impuesto, -en nuestro caso- poco comprendido por los habitantes de México; y aún menos sopesado en su cabalidad, por las élites surgidas de los autoritarismos, que no tuvieron, ni tienen, ni tendrán alcance intelectual, y menos operativo, para diseñar y hacer perdurar una democracia verdadera. Aquí, lo que rifa, es ponderar las mañas, elogiar la astucia y la lealtad perruna, como si fueran los valores más alto de la política.
Recuerdo que en el libro, mencioné la emblemática elección del 2000, donde resultó vencedor, ese sujeto promotor de drogas, ayuno de las ciencias del gobierno: Vicente Fox; que contó para que su triunfo fuera real, con la conveniente presencia en el PRI nacional, del expresidente de los EUA, Jimmy Carter al lado de Francisco Labastida para que a escasas horas de haberse cerrado las casillas, el perdedor, reconociera el hecho y diera lugar, para que Ernesto Zedillo, felicitara al guanajuatense, dejando para mejor ocasión a un anodino José Woldenberg, el consejero presidente del IFE que se sumó minutos después a lo dicho por Zedillo. Refrescar la memoria a veces es oportuno.
Han pasado los años y el tema de la calidad de la democracia sigue dando de tumbos. Hoy me atrevo a sostener que se han empeorado las circunstancias. Para empezar, hay que decir con todas sus letras, que ni legal y menos moralmente se han respetado las reglas de la democracia; hasta bandas armadas meten en las casillas y se secuestran a representantes de partidos.
La democracia mexicana, es vista internacionalmente como un mal remedo de otras. En el primer mundo, como se dice, los que destacan en lo político; si respetan las normas, porque si hay algo repugnante en el mundo moderno, es tener dictadores patanes, ensoberbecidos que se quieren tragar el mar de un buche, como es la costumbre aquí.
Y me llama mas la atención que muchos amanuenses sin escrúpulos, admiradores supinos de las maniobras ilegales y vomitivas desde el poder, les nombren a las marranadas sin recato, como si fueran genialidades de un émulo de dictador impresentable, que abusa de la masa y de sus aduladores, que se esfuerzan desde su paupérrima visión esclavizada, por mostrar a Obrador como un operador excepcional de esa farsa por él balbuceada, que le denominan sucesión democrática.
Y en ese mar de anomalías me quiero referir a las propuestas del gobierno, y no a los colados del PVEM y del PT, entelequias de partidos de origen salinista, que le darán cobijo, sin ningún mecanismo legal de por medio, a un acomodaticio criollo y a un malvibroso callejero, quienes van a ser incluidos en la lista del nunca jamás, porque no cuentan para nada.
A lo que me refiero es a la intentona de golpe de estado en la modalidad del gandallismo, sin restricciones, que les ha obligado a firmar a los cuatro aspirantes del Morena, a Ebrard, a Sheibaum, a Augusto y al grillo Monreal, donde prometen de facto, lo que en verdad no tienen obligación, de someterse a la consulta permanente de un caudillo bananero, que mas allá de su sexenio, pretende como Plutarco Elías Calles, seguir manejando a sus colaboradores en distintos cargos del poder del estado mexicano. Contraviniendo las leyes electorales, el espíritu democrático de la Constitución de la República y la moral pública.
Sí, porque el domingo fueron forzados a un acuerdo transexenal los aspirantes a la presidencia de parte del partido oficial, en el que se comprometen prolongar una falsa y supuesta unidad en torno al que será pronto un expresidente más, que desde ahora, desde este momento, y previo a cualquier voto real o simulado del pueblo que tiene excremento en el cerebro, porque no ha dicho absolutamente nada, acepta que un sujeto que va de salida al rancho de donde es, coloque ex colaboradores en todos los cargos de los poderes constitucionales de México, que se la deban a él nada más. Según esto el macuspano, va a nombrar al candidato a la presidencia, a los líderes del Senado, de la Cámara de Diputados, de la Secretaría de Gobernación y de paso al gobernador de la Ciudad de México, para el sexenio que entra.
Valiéndole madres, lo de sufragio efectivo, no reelección, que impediría a un ex presidente a ejercer un poder después de su sexenio, y en aras de una boba y estúpida unidad, que no pudo mantener en torno a su persona eminentemente autoritaria, sino por el contrario, profundizó las diferencias tal como es su impronta, con sus preferencias y odios; ahora argumenta con felonía, que no hay oportunidad de un nuevo gobierno, que se debe continuar con el despapaye que tiene, sobre todo el de abrazos, no balazos; y del sistema danés de salud, entre otros; porque como ya lo anunció hace semanas, hay destrozar a la Suprema Corte, antes de que termine el sexenio, para quedarse con todos los poderes de la República dirigidos desde el rancho de Palenquea. Y a esa aberración le llaman las plumas impúdicas, genialidad.
Y dicen sin recato, que listo es.
Que vergüenza me dan mis paisanos unos por supinos, y otros por cobardes.
Cuando en la realidad Obrador no tiene plan de nada, de hecho, se reconoce que ya se quedó sin poder y sin forma de imponer sus ocurrencias, si no, jamás estaría poniendo candados al proceso. Ebrard para empezar lo obligó a dos cosas: a que renunciaran todos, y a poner fechas porque él ya se les estaba poniendo, cuando tuvo que improvisar Obrador la cena en Porrúa, que, por supuesto no estaba programada, para que su ex secretario de Relaciones Exteriores no anunciara por su parte, la línea de tiempo de manera unilateral.
Calles y Echeverría unos impostores ensimismados amadores de si mismos, intentaron algo menos drástico. Y todavía éste, se atreve a hablar de la unidá y la lealtá, como escudo para no irse a las islas Fidji, porque se los firmo que se va allá… con el que sea.
¿Y la oposición apá?
Esa no hay, a menos que lo demuestren en esta etapa y le generen una crisis a Obrador y a la señora Sheinbaum, una crisis de envergadura mayor si le niegan la licencia para dejar el cargo; y necesitan mayoría calificada y no la tienen en la Asamblea de la Ciudad de México. Allí se va a ver a los panistas y a los priístas locales, si de veras son opositores, o si ya están comprados…