Jorge Miguel Ramírez Pérez.
La elección del domingo 4 de abril tiene muchos aspectos que se deben analizar para tomar decisiones en el 2024. Uno de ellos, es la forma de pensar y la forma de llegar a conclusiones necesarias, mas que a los mecanismos tradicionales que tienen resultados magros. Ayuda el dato de saber que sumando los votos de cada lado la diferencia es mínima.
En Edomex se confiaron los opositores en el gobernador y su grupo, como si no supieran como se las gastan, en parte porque tradicionalmente han sido los gobernadores de los estados quienes han organizado las elecciones. En algunos casos como Durango y Coahuila, si se pudo operar con ese sistema, porque los gobernadores no tenían acceso al poder nacional, y, sobre todo, porque en Coahuila el grupo de exgobernadores estaban en la misma línea sin fisuras graves.
Pero en el caso de Edomex se omitió un análisis integral de los intereses que se estaban jugando, las diferenciaciones de peso económico y los antecedentes detallados de la alianza de López Obrador con el grupo hegemónico local y regional, desde que Enrique Peña Nieto era gobernador y aspirante a la presidencia.
Ese análisis podría haber evaluado la operación real vs la operación idealizada, y el cambio de narrativa, porque el votante no percibió sino la misma fórmula que le ha presentado el PRI durante décadas, porque el esquema de campaña fue similar a otras ocasiones, con la desventaja de que el gobierno del Estado encabezado por Alfredo del Mazo, se mostró simuladamente colaborador con su exsecretaria de Desarrollo Social, pero firme en seguir sus compromisos con el presidente.
Se perdió de vista la liga indisoluble de Obrador-Peña, fraguada desde hace tres elecciones estatales, en las que Obrador estuvo coordinado con el grupo de poder, el llamado grupo Atlacomulco, en el que destacan el expresidente Peña, Arturo Montiel, y la familia Del Mazo, por mencionar a los relevantes.
Desde los tiempos de Calderón, Obrador la jugó con ellos: eligió romper con el PRD antes de romper con el entonces gobernador Peña Nieto, al reventar la alianza PAN-PRD que les había dado resultados favorables y que quedó deshecha cuando el acuerdo no se llevó a cabo, para que Luisa María la hermana de Calderón, fuera la candidata a Michoacán y el PRD eligiera a su candidato para la gubernatura en Edomex con el apoyo panista.
Esa maniobra de acabar con la dupla PAN-PRD, cimbró las cúpulas y los costos aunque altos, porque el PRI tuvo que meter un candidato, Eruviel Ávila, ajeno y contrario a las élites del grupo hegemónico de Atlacomulco; de todas formas les permitieron retener espacios económicos y de poder, que de haber perdido el estado en su totalidad, le hubieran impedido convertirse a Peña Nieto, en el candidato a la Presidencia, porque la influencia de Calderón, hubiera obligado a sus aliados PAN-PRD una vez en el poder, hablando hipotéticamente, a una investigación de malos manejos que se trasladarían a los terrenos de la opinión pública mediante los medios, afectando su imagen falsa pero ya en camino de gran aceptación por los votantes.
La prueba de ello fue que Humberto Moreira que estaba apoyado por Peña, creyó que con Eruviel ya Peña estaba en vías de salir de la posibilidad de la candidatura y se empezó a auto imponer como si fuera el relevo. De ahí se pueden entender, parte de las represalias de Peña contra Elba Esther, madrina de Moreira.
Y hace un sexenio, Delfina Gómez tuvo mas votación con Morena que Del Mazo con el PRI, sin embargo con los trastupijes de los partidos chicos, apenas sacaron en el escritorio, una diferencia ficticia pequeña; pero extrañamente ni Obrador y tampoco Delfina protestaron, acataron la manoseada, trocándola por el premio mayor a la lealtad con Peña, a quien le urgía meter a Alfredo del Mazo III, como compromiso de logia familiar y cierre del Atlacomulco priísta, que desde entonces selló su muerte, quedando vivo el Atlacomulco de los negocios, el que coincidentemente les interesa a los caciques como a la familia virreinal.
Y tan fue del mismo modo tradicional la campaña de Alejandra del Moral, que no salió absolutamente nadie, fuera de los de siempre, a votar a la vieja usanza. La abstención se mantuvo inmutable. No vieron nada excepcional para salir a votar.
Las conclusiones están muy claras, por un lado, no se puede competir en dos terrenos, el del voto cautivo mediante los supuestos programas sociales, porque la gente lo entiende como un voto pagado en plazos bimestrales o mensuales. Y tampoco imitando el discurso que afiance el resentimiento, la idea que los fifís, que en realidad son las clases medias, les han robado el dinero que el gobierno les devuelve. De ese tamaño es la burrada de creencia de la masa.
Lo primero. se debe aclarar y lo segundo, se debe rechazar como idea falsa. Porque si en ningún lado hay verdades, no tiene caso votar, son iguales, unos son mentirosos y otros son simuladores, así se ven.
El camino es claro, se necesitan además candidatos que no estén vistos como continuadores de viejos mandos. La lección de Irene Sáez, es clara, una súper candidata que iba delante de las encuestas contra Hugo Chávez, pero se le ocurrió meter en su campaña a los políticos de los desprestigiados partidos de Venezuela y se les fue la votación a los suelos. Los partidos en el caso mexicano, pueden ayudar con los registros, y participar con personalidades en niveles discretos, muy bien seleccionados, pero en nada contribuyen como porristas acompañando a los candidatos, como si en verdad representaran un imán de popularidad, cuando saben que son todo lo contrario. ¿Miento?
Lo otro, son las estructuras que ya nadie tiene, solo Morena las tiene con los servidores de la nación, la típica fuerza de tipo fascista del esquema de las dictaduras, son activistas pagados por el gobierno, sin estatus legal. Una milicia del Facio.
La estructura debe ser de ciudadanos, punto. Si no hay ciudadanos, nunca es tarde para tenerlos, hay que empezar…
Finalmente, el discurso: nadie tiene oferta, hay mucho para plantear, pero excluir lo que plantean los contrarios, absolutamente nada que se les parezca. Hay que hacer diferenciada la oferta, como el agua y el aceite, el blanco y el negro. Muy claros.