Francisco Garfias.
El oído de los mexicanos está acostumbrado a escuchar –todas las mañanas–, diatribas, insultos, descalificaciones del presidente López Obrador a críticos, adversarios políticos, miembros de otros poderes que no se someten a su voluntad.
El blanco de sus repetidos ataques es amplio: la ministra Norma Piña, el empresario Claudio X. González, los periodistas Carmen Aristegui, Carlos Loret de Mola, Ciro Gómez Leyva, Joaquín López Dóriga, el ex presidente Calderón; los intelectuales Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín…
La lista de villanos favoritos del presidente es tan amplia que ni todo el espacio de esta columna alcanzaría para incluirlos.
AMLO ha anatemizado también a las clases medias, los curas, los aspiracionistas, los fifís, las minorías rapaces, la Colonia Del Valle, la SCJN, la UNAM, los jueces, el periódico Reforma, Iberdrola, los científicos…
Son tantos y tan variados los villanos favoritos que las críticas ya no las pelan ni sus destinatarios.
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La Doctrina Estrada, alma de nuestra diplomacia, dice que México no debe juzgar, ni para bien ni para mal, a gobiernos o cambios de gobierno de otras naciones, porque implicaría una intromisión en su soberanía.
Para AMLO, sin embargo, la no injerencia en asuntos de otros países sólo existe cuando se meten con su gobierno. El sí puede llamar a no votar por los republicanos en Estados Unidos o calificar de “usurpadora” a la presidenta del Perú, Dina Boluarte.
Ha sido tan injerencista en asuntos internos del Perú, que se niega a entregarle a su presidenta Dina Boluarte, la presidencia de la Alianza del Pacífico -a la que pertenecen Chile, Colombia, México y Perú– como si fuera de su propiedad.
Dice que se la va a entregar en diciembre al presidente de Chile, Gabriel Boric, “pero no a la señora que está usurpando la presidencia de Perú.”
El Congreso de ese país ya declaró “persona non grata” al presidente mexicano. AMLO, fiel a sí mismo, hizo un irónico comentario de la medida:
“Lo único que lamento es que no voy a poder a ir a Machu Pichu. Y, desde luego, ver a ese pueblo tan bueno, un pueblo extraordinario. Es mucho pueblo el de Perú para tan poco gobierno”.
Las relaciones diplomáticas con Lima están en pausa. No hay embajadores. Ayer rompió las relaciones económicas y comerciales con el país sudamericano.
“Mientras no haya normalidad, democracia en Perú, no queremos relaciones económicas ni comerciales con ellos”, subrayó el tabasqueño.
La presidenta Dina Boluarte no se quedó callada ante el intervencionismo de López Obrador. Así le reviró: “Un poco haciendo retórica a lo que dice, mucha ignorancia para tanta inteligencia del pueblo mexicano” (Diario El Comercio, 26 de mayo).
El editor político del citado periódico, Horacio Villalobos, escribió ayer un artículo sobre la crisis en las relaciones mexico-peruanas bajo el título de “López Odiador.”
Dice el texto: “los berrinches de AMLO han puesto en riesgo nuestras siempre amistosas relaciones con México. Ya no sólo en el nivel diplomático, luego del retiro de los embajadores de ambos países en febrero pasado, sino ahora también en el plano económico.”
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El tono que utilizó AMLO para referirse a la senadora Téllez, aspirante panista a la candidatura presidencial de la Alianza Va por México, fue por demás burlón.
“No deben dejar fuera a Lilly Téllez. La están queriendo dejar a un lado. Está en primer lugar en las encuestas. Además, es muy atractivo lo que propone. Dice que si ella gana me va a meter la cárcel… Es como para decir: ¡Lilly, aguanta, el pueblo se levanta! Ja, ja, ja.”.
La respuesta de la senadora llegó vía twitter:
“Andrés, controla tu estrés, la gente se cansa de tanta transa, y ni así alcanzas fianza….”
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Circula un documento del cuarto de guerra del aspirante a la candidatura presidencial de Morena, Marcelo Ebrard, con un análisis de la encuesta que sacó ayer Reforma, en la que aparece a solo cinco puntos porcentuales de la favorita para ganar la candidatura presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum.
El documento destaca que el canciller está en un virtual empate técnico con la jefa de gobierno, pese al derroche de recursos públicos usados por ella.
“El piso parejo se esfumó desde el momento en que la funcionaria arrancó su intención con visitas poco claras a diferentes estados gobernados por el partido oficial, donde ha generado inercias al amparo de los gobernadores”.
Ebrard confía que Mario Delgado, su otrora ahijado político, genere condiciones de competencia, se respeten los tiempos y la contienda rumbo a la candidatura presidencial.
El 5 de junio, después de las elecciones en Coahuila y el Edomex, el canciller va a presentar una propuesta para fortalecer la unidad de Morena rumbo al 2024 y que continúe la 4T.
FIN.