Caballos purasangre para cumplir tradición castrense

Por. José C. Serrano

El origen del actual Ejército Mexicano surge con el XXII Congreso Constitucional libre, independiente y soberano del estado de Coahuila, que en su decreto 1421 del 19 de febrero de 1913, desconoció al general Victoriano Huerta y dio facultades a Venustiano Carranza, gobernador del estado, para crear una fuerza armada y restablecer el orden constitucional.

El 16 de marzo del mismo año, fue proclamado el Plan de Guadalupe, documento que le dio nombre al Ejército Constitucionalista, y una vez que se promulgó la Constitución de 1917, adoptó los nombres de Ejército Nacional Federal y Permanente, y más tarde, Ejército Mexicano.

En los tiempos recientes, algunos políticos y no pocos periodistas han expresado su desacuerdo con la creciente y sostenida militarización del país. La presencia castrense es diversa y abarcativa; es notoria en los aeropuertos, en los proyectos emblemáticos de la Presidencia de la República, en el manejo y control de insumos para la salud y en la seguridad pública.

Esta realidad que vive la ciudadanía le ha sido transmitida al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien socarronamente responde que él tiene otros datos, y que está convencido de que los soldados mexicanos son confiables por su honestidad probada.

El 1 de diciembre de 2021, aseguró que los militares no se encuentran en las clases de la élite mexicana, pues son “pueblo uniformado”.

“Las Fuerzas Armadas nacieron con la Revolución Mexicana, no son un ejército de élite, no pertenecen a la oligarquía, no es igual a otros ejércitos del mundo”.

Seguramente, la tropa, la oficialidad y los mandos superiores, todos, viven en departamentos de 450 metros cuadrados asentados en fraccionamientos exclusivos como Bosque Real en el municipio de Huixquilucan, Estado de México.

Durante la administración lopezobradorista, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) invirtió 12.7 millones de pesos en la compra de caballos purasangre. La justificación del gasto presentada a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) por la Sedena, indica que los caballos ya no se utilizan en misiones armadas, pero sí forman parte de la tradición de la caballería en México.

“Los equinos son de gran importancia para el Ejército, históricamente ligados al desarrollo de las actividades militares”, indica el texto justificatorio.

La Sedena señala que la inversión en los equinos debe seguir porque se muestran como animales que se utilizan estéticamente para la exhibición del arma de caballería en los desfiles y ceremonias militares que intentan recrear los acontecimientos históricos de México, o cualquier muestra del Ejército hacia la población civil.

Con la inversión de los más de 12 millones de pesos se desconoce cuántos ejemplares se adquirieron, pues el plan original era invertir más de 28 millones de pesos.

Sergio Barrera Sepúlveda, diputado de Movimiento Ciudadano (MC), secretario de la Comisión de Defensa Nacional, expresó que “siendo la caballería una tradición por parte de esta Secretaría de Estado debería asegurarse que estos equinos se crién en casa. Cierto es que comprar en lugar de criar siempre será más costoso para la propia institución.”

Sin embargo, dijo que le parece oneroso que se invierta en tener animales sólo para exhibición. El legislador expresa que la inversión realizada no es una necesidad prioritaria en la que tendría que gastar la Sedena.

Sobre el tema, publicaciones impresas y en línea, difundieron encabezados ingeniosos y bastante críticos. Va un ejemplo: “Caballos purasangre para desfiles militares”.

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