Rubén Cortés.
Todo en Ebrard siempre ha sido un falsete. El presidente le dijo el viernes en Palacio, a él y las otras dos corcholatas, que la encuesta de Morena de decide en agosto. Pero, ayer montó un teatro para hacerse el “independiente”, diciendo:
“Que cada aspirante presidencial tome sus decisiones, si Morena no fija fechas”.
Hombre, pues ya el dueño de Morena le informó, delante, además, de todos sus senadores, que:
“Quien salga ganador en la encuesta de Morena será el candidato o candidata del partido; hay un plazo de tres a cuatro meses, hasta agosto, para levantar la encuesta y decidir la sucesión”.
Tres días después, Ebrard montó el show de “criticar” a Morena porque no le ha dado una respuesta sobre las fechas para la organización de la encuesta que definirá al candidato a la presidencia. Que no jorobe: su jefe le dio la respuesta, en persona, el viernes.
La verdad es que el último que haría un gesto de rebeldía ante el presidente sería Ebrard, quien tiene una larguísima historia de abyección ante el hoy mandatario, en especial cuando le cedió la candidatura presidencial del PRD, en 2012.
Entonces, el actual presidente, también decidió que la candidatura se decidiera por una encuesta interna. Que, él, escogería una casa encuestadora, y Ebrard, otra. La medición se realizó a cinco mil 995 personas, y Ebrard ganó en dos de las tres preguntas divulgadas.
Recordemos:
—En la primera: ¿Cuál es su opinión respecto a…? Ebrard ganó con diferencia de 8.97 puntos, según la encuestadora NODO, y por 4.60, según Covarrubias.
—En la segunda: Si los candidatos a la presidencia en el 2012 fueran los siguientes ¿usted por quién votaría?; AMLO aventajó por 9.20 puntos en NODO y 9.65 en Covarrubias.
En el año 2000 también se dobló, cuando declinó su postulación para Jefe de Gobierno en favor del actual presidente. Ebrard era entonces dueño y candidato del Partido del Centro Democrático, pero unos días antes de la elección le dejó el campo libre a su jefe.
Igual que, desde 2018, como canciller, puesto desde el cual ha sido la cara visible de la entrada de México al grupo detestable de países que conforman un eje internacional de gobiernos autoritarios, que se tapan con la misma cobija en foros internacionales.
Al arranque de la invasión a Ucrania, visitó Moscú y rindió pleitesía a Putin. Al ver al zar, entró en trance, como médium, y escribió una parrafada en ruso, en Twitter, extasiado. Y, para congraciarse con Maduro, Ortega y Canel, critica a la OEA.
Así que no se hagan bolas: tras la encuesta, con la que Morena elegirá a quien decida el presidente para sucederlo, Ebrard se sumará al ungido o la ungida.
Indudablemente.