Por. Ah-Muán Iruegas
La semana pasada, el pueblo de México ensayó lo que hará el día que AMLO pase a mejor vida. El señor presidente enfermó de Covid-19 por tercera vez. Ante los falsos rumores de su muerte, una parte de la población sufrió acongojada. Pero otra parte de los mexicanos, estaba de fiesta por el supuesto deceso.
Algunos incluso brindaban felices porque el mandatario “por fin se fue al cielo” –decían con sorna-. Otros elevaban oraciones sinceras por su bienestar. La falsa muerte de AMLO, fue una combinación de sepelio y festejo.
Desear la muerte de alguno, es el pan de cada día en la política. Pero si alguien en verdad le estorba a un político, corre el riesgo de que lo manden asesinar (no olvidar a Colosio y a Ruiz Massieu).
Es risible decir que quienes quieren que AMLO muera, tienen podrida el alma, como dijo el secretario Adán Augusto López. Pues en política sólo hay desalmados. Los que sí tienen “alma” no sirven en política. Estorban a los políticos con su sentimentalismo.
Si usted tiene alma, no se acerque ni entre en asuntos políticos. Pues allí, a su pobre alma la va a perder.
Cuando era niño, fui muchas veces a reuniones de priistas (cuando el PRI era el gobierno federal) donde los comensales se burlaban no de que alguien mandó matar a otro, sino de que “lo cacharon en la movida” al tratar de matarlo, por no saber matar a alguien, sin que se entere la gente de quién fue el asesino. Eso era el PRI que pude “apreciar” en mi infancia.
Además, esos matones priistas comentaban divertidos, en sus conversaciones, que si alguien manda matar a alguno, luego debe también mandar matar “en automático” –así decían- al asesino material. Para borrar las huellas del homicidio.
Así era México. Y con el grupo de inútiles que nos gobierna, dudo que vaya a cambiar.
De modo que, si la pasada semana varios desearon la muerte de AMLO, eso no debe sorprender a nadie. Un sinfín de clasemedieros aborrece al señor presidente, y muchos mostraron sus verdaderos sentimientos hacia él en las redes sociales. Desde luego que lo prefieren “en el otro mundo”.
No citaré ninguno de los mensajes fúnebres contra AMLO que se escribieron en redes sociales. No vale la pena recordar sus insultos, ni reproducirlos aquí. Pero sí diré que no es simulado. El odio contra el señor presidente es real y “goza de cabal salud”, como se vio en Twitter hace unos días…
A mí me da lo mismo si AMLO sigue vivo o no. A ese señor yo ni siquiera lo he visto en mi vida y no le deseo nada, ni bueno ni malo. Pero lo considero una gran decepción como líder nacional, porque México está peor que antes y cada vez más en manos del narcotráfico. Y hoy México está profundamente dividido, gracias a la “ayuda” de AMLO.
Creo que sería inconveniente para México la muerte del presidente, por la inestabilidad política que causaría. Sería mejor, en mi opinión, que AMLO se retire de la Presidencia, vivo.
Por otra parte, todos los secretarios particulares de AMLO tienen asuntos penales en su haber (como René Bejarano) y de todos se dice que son unos ladrones y traficantes de influencias. Que coincidencia ¿verdad? Seguro AMLO no tiene nada qué ver con los delitos de sus secretarios particulares.
Pero no es fácil que los obradoristas terminen en prisión, a pesar de los incontables delitos que comete diariamente el gobierno mexicano. A menos que los gringos se decidan y un día saquen a los obradoristas a culatazos del poder. Cosa que ya no se ve imposible.
Varios legisladores estadounidenses ya hablan de “bombardear” (sic) el territorio mexicano gobernado por el narco. Así es que los obradoristas no tienen el futuro asegurado. Ni se hagan ilusiones de que van a poder disfrutar todo el dinero que se están robando.
Les sugiero a los lopezobradoristas que hagan calistenia, pues los estadounidenses pronto van a golpear al gobierno mexicano. Se ve que los gringos apenas soportan a nuestros “líderes”.
De hecho, tanto la DEA como otras agencias estadounidenses ya están operando en territorio mexicano sin autorización de “nuestros” gobernantes. Y van a seguir así, con permiso o sin permiso de Obrador.
El gobierno federal le permite trabajar al narcotráfico en casi todo México. Así es que uno no debe sorprenderse de que un día no muy lejano, los estadounidenses atrapen narcos en México y se los lleven a EEUU, a cárceles de verdad. Y quizá se lleven a la cárcel a los funcionarios obradoristas que los están encubriendo.
El principal daño de AMLO a México, en lo interno, fue su política de contubernio con el crimen organizado denominada “Abrazos, no balazos”. Por esa torpeza criminal, pseudocientífica e institucionalizada, se echó a perder el sexenio de AMLO.
Pero el señor presidente debe entender que, sin ninguna duda, hay miles que lo odian, le desean la muerte, etc. Y no lo va a poder remediar con ninguna de sus conferencias. Pues el odio… puede ser un sentimiento igual de fuerte que el amor.
Pudiera ser hasta el 30% de los mexicanos quienes están contra el presidente y su movimiento, en cierta medida. Algunos le desean la muerte. Pero el señor presidente… es el señor presidente.
Pero los deseos, no matan a nadie. Y resulta infantil que se quejen los obradoristas de que les deseen el mal. Si la oposición pudiera hacerles un verdadero mal, ya los hubieran liquidado con violencia (y tal vez con ayuda de la Embajada de los Estados Unidos), pues tanto en México como en los Estados Unidos, cada vez hay más gente importante que los considera un estorbo.
AMLO parecía un mocoso de secundaria, cuando se quejaba hace unos días de que, parte del pueblo, lo odia. A mí me extraña que salga ante el público a lamerse las heridas y cacarear tres horas en una mañana. Pues él mismo presidente indujo mucho odio: por ejemplo, las agresiones que favorecieron la posterior muerte de un activista ambiental en Morelos, que merece mucho más que las palabras de un hombre como AMLO.
“Amor con amor se paga” –dice el presidente. Y odio se paga con odio.
AMLO odia como pocos. AMLO induce el odio del pueblo, en cada conferencia mañanera. De modo que no debe quejarse que, en este mar de odio, lo odien tambien a él.
Pero lo esencial es que AMLO no está muerto. A pesar de tres episodios de Covid, increiblemente el tipo sigue vivo. Pero la sociedad mexicana ya hizo, con el último contagio presidencial del virus, un ensayo de la muerte de AMLO.
De modo que “cuando el Creador se lleve al cielo a AMLO”, una parte de la sociedad lo lamentará, sin dudarlo. Pero otra parte celebrará su muerte, como si fuera una fiesta.