Raúl Flores Martínez.
En este México surrealista, la aplicación de la Ley en todos los aspectos tiene diversas perspectivas que van desde exigir con pintas, quemas de edificios, bloqueos o con una lana en corto, como se diría popularmente.
Cómo se debe de exigir que se aplique la Ley y sobre todo que se tenga justicia, cuando en algunos, quién la exige rompe las leyes que se crean para regular el comportamiento humano en una sociedad.
Bueno, eso al menos está en el papel. En la vida cotidiana con el valemadrismo de los mexicanos, es todo lo contrario; debido a que las leyes se hacen para que se rompan, si a determinado grupo no le gusta la aplicación de la ley, pues a romper otras para que no se aplique la que les daña.
Ejemplo directo, es las movilizaciones y cierre de avenidas por parte de algunas feministas del Colectivo OKUPA, ese colectivo que, por casi dos años, estuvo dentro de las instalaciones de un edificio de la CNDH en el centro histórico de la ciudad de México.
Esas chicas vestidas de negro que quemaron papelería, muebles, pinturas y se comieron toda la despensa que se tenía en estas instalaciones, desde kilos de carne, pescado, pollo, verduras, etc.
Ese colectivo que golpeaba a hombres cuando pasaban frente a ese edificio ubicado en la calle de República de Cuba, estas mujeres que consumían y vendían marihuana y cocaína dentro y fuera de las instalaciones de la CNDH.
Resulta que ahora protestan cerrando la lateral de periférico para que dejen libres a dos de sus integrantes detenidas y acusadas por los delitos de robo calificado y daño doloso a la propiedad, ambos ilícitos presuntamente cometidos en pandilla.
Así como este ejemplo hay varios en el país, ejemplos de cómo las leyes se pueden torcer, ya sea en grupo o con una buena tajada de billetes que le quitan momentáneamente el hambre a policías, ministerios públicos o jueces.
Así es este país, donde se sale a marchar, donde se queman edificios, donde se roba para exigir justicia; sin importar romper algunas leyes, total estamos en un país, donde si se aplican las leyes, estamos ante un gobierno represor, sino es un gobierno insensible al dolor de sus ciudadanos, así la contradicción mexicana.