Carlos Arturo Baños Lemoine.
Por fin apareció el Tirano de Macuspana. La presión social y mediática lo obligaron a dar “señales de vida”. No es para menos: el pueblo de México tiene todo el derecho, en todo momento, de saber en qué estado de salud se encuentra el depositario de uno de los Poderes de la Unión. No es sano, para la endeble e inmadura democracia mexicana, vivir con la incertidumbre de no saber dónde y cómo se encuentra el Presidente de la República, por muy malo que éste sea.
Andrés Manuel López Obrador por fin dio la cara tras su repentina desaparición luego del “váguido” que sufrió el pasado domingo 23 de abril, durante su gira por el sureste del país. Obvio, los focos rojos se encendieron dentro de la Cuarta “Transtornación” Mental, porque todos los pejezombies saben que nada son sin el Caudillo Tropical.
¿Qué pasaría si se les muere el Caudillo? La pregunta es sumamente importante y trascendente porque todos sabemos que eso de la 4T es un vulgar cuento para aficionados. Por supuesto que no se trata de un “movimiento de renovación de la vida pública y social”, como dicen sus propagandistas.
La Cuarta “Transtornación” Mental no es más que la fantasía psicótica de un anciano decrépito y resentido a la cual se han sumado fanáticos desesperados, parásitos sociales, políticos oportunistas, partidos acomodaticios, organizaciones trapecistas y convenencieros sistemáticos. Claro, no hay que olvidar que los errores y las corruptelas del “prianismo” le abrieron la puerta a este siniestro personaje, aspirante a “héroe nacional”.
El pobre Nerón de Palacio Nacional de veras cree que está encabezando un movimiento de “transformación profunda”: sigue sin darse cuenta de que el 99.99% de sus seguidores de ocasión sólo quieren sacar provecho propio, fingiendo, para ello, que son sus “fieles seguidores”. Detrás de AMLO hay muchísimas “ratotas”, sobre todo de ésas que saltaron a tiempo de los partidos políticos en naufragio, como el PRI y el PRD. AMLO no ha comprendido el significado profundo de la clásica consigna “¡El rey ha muerto, viva el rey!”: la inmensa mayoría de los gobernados se acopla al régimen en turno, porque la inmensa mayoría de los gobernados son convenencieros.
AMLO no llegó a acabar con la corrupción, sino a instaurar su propio sistema para ejercerla. AMLO no llegó a acabar con la pobreza, sino a mejorar el sistema nacional de manipulación de las necesidades y de las frustraciones de los pobres. Por ello, sus “fieles seguidores” cayeron en pánico ante la posibilidad de perder a su “Líder Benefactor”, porque saben muy bien que, muriendo éste o cayendo en desgracia, todos ellos pasarán a ser, una vez más, pobres infelices sin “hueso” y sin futuro.
La desaparición del “Gran Líder”, por muerte o retiro, demostrará que la 4T es, en realidad, una cena de caníbales en pausa. Por eso cundió el pánico ante la sola posibilidad de que AMLO acabara anticipadamente su régimen tiránico.
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