Rubén Cortés.
Garduño es un imputado privilegiado: lo señalan por su responsabilidad en que fueran quemados vivos 40 migrantes, pero el presidente dice que es un ejemplo de funcionario público y sigue al frente de Migración… y tomando medidas que jamás había tomado.
El MP acusa a Francisco Garduño de incumplir su atribución para desempeñar protocolos de actuación contra incendios y hacinamientos; y que sabía que la cárcel migratoria de Ciudad Juárez no tenía condiciones para operar.
Pero se trata de una pantomima de la más baja estofa, porque el presidente de la República, quien dirige con puño de hierro a la Fiscalía que imputa a Garduño, ya absolvió a éste de cualquier responsabilidad. Así que todo es puro teatro.
Afirma el presidente: “Francisco Garduño ha tenido un buen desempeño como director del Instituto Nacional de Migración”. Pues ya, con lo anterior, vale sorbete toda “imputación” que le puedan hacer a Garduño, amigo de toda la vida del presidente.
Que el veredicto de inocencia de Garduño ya está dado, con la afirmación del presidente, lo explica mejor un párrafo escrito ayer por Roberta Garza, acerca del poder estilo coreano, castrista-estalinista del presidente:
“Si el presidente queda fuera de servicio, que le pasa a México, con un Presidente que ha dedicado su vida a desmantelar instituciones, que no trabaja en equipo, que no escucha a expertos y que ejerce el poder de manera autocrática y personalísima”.
Fue por eso que ayer el juez Víctor Manlio Hernández Calderón negó la petición de la Fiscalía a separar a Garduño del cargo. Y que Garduño trabajó más que nunca, y hasta endureció los controles de evaluación y confianza de su personal. Algo que no había hecho.
Y, ahora sí, evaluará a quienes aspiran a ocupar una plaza en el Instituto Nacional de Migración, que firmen contrato y se compruebe si sus perfiles de personalidad, éticos, socioeconómicos y médicos, son los indicados para ejercer sus funciones.
O sea, que ahora Garduño dice que va a hacer lo que tenía que haber hecho para que, personal bajo sus órdenes, no dejara quemase vivos a 40 migrantes que estaban encerrados bajo llave, en condiciones peores que en campos de concentración.
Ya no le sucederá nada. Quedará tan campante como Ignacio Ovalle, bajo cuya dirección se robaron 20 mil millones de pesos en Segalmex y, fue promovido a un alto cargo en Gobernación. Al igual que a Garduño, el presidente lo defendió:
“Ignacio Ovalle es una gente buena desde mi particular punto de vista, y lo engañan, recomienda a funcionarios que son puro priista de malas mañas, acostumbrados a robar y los mete y empiezan a hacer negocios”.
Mucha saliva y estómago: esa es la 4T.