Jorge Miguel Ramírez Pérez.
El factor de la querencia
Se habla mucho de la amistad en la política, se dice: “la política se hace con los amigos” y muchos columnistas gastan tiempo y escritos ponderando amistades en torno a quien manda. ¿Y ahora, quién es el mas amigo?
Suponen esos novelistas disfrazados de analistas, que el corazón romántico de un seudo monarca en su sentido filosófico, es seducido por personas afines, que luchan por la querencia del líder, que cede en un acto de bonhomía a elegir verdugo hombre o mujer entre sus amigos… Nada más truculento y sencillamente falso.
La lógica contradice tal disparate. Sí fueran verdad esas anécdotas, como para otorgarles a los aduladores en el papel de amigos, la llave del descubrimiento de la puerta del poder político, la política no sería parcialmente ficción para su consumo, sino fantasía pura.
Hay quien se la cree y arma hasta un reloj en lo oscuro, para arreglar que las manecillas coincidan en los tiempos del que supone nombra. Lo animan en la escalada, los apetitos de los amigos o amigas, para continuar con el embeleso de repetir de vuelta, en los afectos del sucesor. Se engañan imaginando que ese Nirvana, es eterno, que solo cambia el berrinchudo, nada mas erróneo; si acaso llega uno cercano, desde los primeros momentos reniega del pasado que fenece.
La república amorosa se muere porque su amor es mentiroso. Una anécdota lo ilustra: Le pasó a una fémina: Rosa Luz Alegría, ex nuera de Luis Echeverría. Ella, miembro del Consejo Nacional de Huelga en el 68, también como la Sheibaum grilla universitaria, -oh coincidencia- de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Se le señalaba junto con Marcelino Perelló, como enlaces informativos hacia Gobernación, donde despachaba su futuro suegro, -oh coincidencias- el mismo, autor del zipizape contra los estudiantes.
Al llegar López Portillo el amigazo de Echeverría, con el que se fue caminando hasta Chile, como dice la leyenda de los amigos. Rosa Luz a poco, dejó de ser pariente del expresidente, y empezó una carrera fulgurante hasta ser la primera mujer en un gabinete, se volvió inseparable del baturro de Caparroso, el mismo que presumía como el actual inquilino del Palacio virreinal, de una heráldica con antecesores que usaban alpargatas… ¡Josú!
Rosa Luz era secretaria de Turismo y al punto de la sucesión, en 1981, nombró Pepe López Portillo a Mario Moya en FONATUR el organismo más importante de Turismo. Moya había sido su rival en la sucesión de 1976. Y la dama se confundió, creyó que ese nombramiento la acercaba al grupo de Pedro Ojeda, del que Moya era miembro prominente; tal vez pensó: Pepe me quiere mucho y me acerca con
Pedro porque seguramente me indica que él, es el verdadero tapado, el que va a ser, para que yo continúe mi carrera…
Si este cuento fue así, ella no tenía escapatoria.
Porque Jolopo la había encumbrado no para deshacerse de ella sino, al revés, para llevarla del pináculo de la burocracia, no a los brazos de Ojeda si en verdad era éste el del proyecto, sino a los del enamorado Pepe; que buen cuidado tuvo por pasarle el tip equivocado, incluso quitándola de ser la subsecretaria de Miguel de la Madrid, para lo cual la nombró cabeza de Turismo, tema por demás, como otros, que anteriormente desconocía. Su enojo fue tan grande que jamás se ha sabido de la mujer que traía loco al alpargatero.
Así qué, si acaso fuera verdad, que no es, la decisión del que va p´afuera; loco estaría, si es que también tiene querencias, y no puros odios, lo que se duda; porque de él depende, eso sí, no quedarse como el tío Lolo, solo, sin amigos-cómplices, sin amigochas, sin invitados de piedra, en el destierro futuro, o en su autodestierro chiapaneco programado, que no será tal; acuérdese de Calles en Cuernavaca, donde del falso autodestierro, lo sacaron al destierro real.
Claro que los amigos no van. Son para que se queden forever: “el perro del faraón se muere con el faraón”. Así de claro, si son amigos o cómplices, como quiera definirlos mi querido lector; se quedan quieran o no. Serán corte en el Versalles palenquero.
Nadie en sus cabales querría perder amigos, solo porque están enervados en darle caballazo. Sería grotesco que Usted viera como sus amigos se hacen de su coto que era exclusivo, de sus serrallos, de sus bisnes, y usted mirando y rumiando enojado por haber cedido dizque a sus cuates el poder, que, por cierto, no se cede jamás, sencillamente se lo quitan, no ellos, sino los que de veras pueden y mandan …
¿O no?
Es como para reflexionar en serio. Los favoritos deben estar en vela, noches de insomnio, porque la historia contradice a los historiadores cándidos. ¿Los cercanos serán muy cercanos?
¿Y para qué son cercanos si por ahí no camina el cuento?: la Sheinbaum, que parece calca de Rosa Luz; o Augusto, que anda rememorando sus andanzas pícaras en el sur de Veracruz, con los fantasmas de sus camaradas Cirilo y Ponciano Vázquez, los hombres de horca y cuchillo hasta Macuspana.
¿No será que los amigos se conocen demasiado?
Estas historias tan melosas me recuerdan a Peña y a Videgaray, a Calderón y a Germán Fernández; a Fox y a Martita, a Zedillo y a Labastida que estuvo cerca; a Carlos Salinas y a Luis Donaldo, a López Mateos y a Humberto Romero; la lista es larga, pura cajeta con chochitos de frambuesa.
Pero basta la frase final del marrullero Ruiz Cortines, cuando goleó a Gilberto Flores Muñoz, con eso de que “prepárate para lo que viene” y ya en su retiro le preguntó Oscar Flores el de Chihuahua, ¿porqué
lo engañó?: nada que lo engañé, le advertí que se preparara por el cochinero que tenía, porque venía el cambio y cómo le iba a ir.
A su cuatazo, al Tlacuache César Garizurieta, fundador de la picaresca política priísta, cuando quería ser gobernador de Veracruz, lo consoló Ruiz Cortines de modo lapidario: ” perdimos compadre”.
