Rubén Cortés.
El control de la migración ilegal a Estados Unidos del gobierno mexicano tiene un notorio corte nacionalista y económico: permite el paso de los mexicanos por el norte para que manden remesas, pero se lo cierra a los centroamericanos y demás, ya desde el sur.
Tal como negoció el canciller Ebrard, primero con Trump y luego con Biden, México cumple con frenar la migración ilegal hacía el país vecino. Pero se esmera, en especial, con quienes no son mexicanos, sobre todo desde mediados del 2022.
¿Cuál es el origen de esta decisión? Por una lado, la necesidad de financiar su hundida economía con dinero de migrantes mexicanos; por el otro, cumplirle a la Casa Blanca sus compromisos de detener la migración ilegal, desde este lado de la frontera.
Pero coincide con la lupa que puso el Departamento de Estado estadounidense al envío de remesas de mexicanos desde allá, al sospechar que, en lugar de provenir de humildes inmigrantes, altas de esas sumas proceden de dinero sucio de los cárteles de la droga.
Esta semana, el gobierno mexicano sacó al Banco del Bienestar del mercado de las remesas, después de que éste fue multado por laxitud de medidas antilavado, y en operaciones superiores a los 10 mil dólares. Ningún pobre paisano manda 10 mil dólares.
Además, la ley estadounidense indica que, ante una detección de posible lavado de dinero en los envíos de remesas, el Departamento de Estado tiene que iniciar de inmediato investigaciones por el delito de dinero de procedencia ilícita.
O sea, por si las moscas, es mejor que crezcan los migrantes mexicanos auténticos en Estados Unidos, aunque manden poco, pero seguro; y no que sea cierto que los cárteles estén usando la red financiera de remesas para blanquear millones de dólares.
Los números oficiales demuestran que, por la dureza de la vigilancia mexicana en el sur, los policías migratorios estadounidenses tienen que detener a menos centroamericanos y de otras nacionalidades, que ya no pueden atravesar México con facilidad. En cambio, no se dan abasto para detener a mexicanos.
Al cierre de 2022, los estadounidenses detuvieron a 626 mil 969 mexicanos; en cambio detuvieron sólo a 68 mil 691 salvadoreños, 170 mil 713 guatemaltecos, 152 mil 916 hondureños y cifras insignificantes de otras nacionalidades.
Pero con los mexicanos no pueden: por cada uno que agarran, les entran decenas. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza informó que en enero y febrero de este año detuvo a 126 mil 745 mexicanos; mientras en noviembre y diciembre detuvo a 107 mil 725.
A llegar el actual presidente al poder, el éxodo de mexicanos a Estados Unidos se había detenido. Pero se convirtió en el gran exportador…
De personas.