Rubén Cortés.
Después de cuatro años de euforia del presidente por el meteórico incremento del envío de dólares en remesas, de inmigrantes mexicanos desde Estados Unidos, el diario El Economista publicó a ocho columnas el pasado cuatro de abril:
Llegada de remesas al país acumuló en febrero dos meses con ritmo a la baja
Y argumentó su nota principal, con un sumario:
Zonas rurales, afectadas por la suspensión del pago de remesas en Banco del Bienestar
El 23 de marzo, el diario El País publicó:
La sombra del lavado de dinero planea sobre los envíos de dinero que recibe el país por concepto de remesas y que, de ser investigados por el Departamento de Estado de EE UU debido a la sospecha de su procedencia ilícita, supondría el congelamiento de miles de recursos de pensiones, becas y ayudas que entrega esta Administración a las personas con menos recursos a través del Banco del Bienestar.
El caso es que, en coincidencia, el gobierno mexicano sacó al Banco del Bienestar del mercado de remesas para traspasarlo a la Financiera Bienestar, con el cuento oficial de que es parte de su programa de ahorro de dinero llamado “austeridad republicana”.
Pero en noviembre pasado, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores había multado al Banco del Bienestar por laxitud de medidas antilavado, y en operaciones sobre el cobro o pago de cheques de montos superiores a 10 mil dólares.
Para más coincidencia, el 21 de marzo pasado, el gobierno de Estados Unidos advirtió que los cárteles mexicanos de la droga utilizan la red financiera trasnacional y los canales de envío-recepción de remesas y blanquear miles de millones de dólares.
El tema es que la sospecha del lavado de dinero a través de las remesas, se ha instalado ya en la conversación pública de Estados Unidos y de México, en las relaciones políticas y económicas bilaterales; así como en los estudios de organizaciones civiles.
Por ejemplo, la asociación mexicana Signos Vitales concluye que casi el 10 por ciento de las remesas enviadas a México en 2022, podrían proceder del crimen organizado, mediante el lavado de dinero obtenido del tráfico de drogas.
En 2022, a México llegaron 58 mil 497 millones de dólares en remesas, que es una cifra sin parangón en la historia, pese a que en Estados Unidos la economía venía de estar casi paralizada, debido a la pandemia, y que casi no había empleos para los inmigrantes.
Signos Vitales alerta que desde Minnesota, en la fría frontera con Canadá, que acoge apenas 0.5 por ciento de mexicanos, mandan tantas remesas que sólo son superadas por California y Texas, que es donde más millones de mexicanos se concentran.
Por eso las remesas están bajo la lupa.