Raúl Flores Martínez.
México es un país donde la impunidad y la corrupción, están muy incrustadas en la sociedad, una impunidad con la que diariamente se tiene que convivir en todas las esferas de la sociedad, desde las autoridades y los delincuentes.
Una impunidad sobre todo contra el género femenino que día con día, lucha contra sus agresores, ya sea ex pareja, parejo o la institucional que con base en la frase del General Álvaro Obregón, “Nadie aguanta un cañonazo de 50 mil pesos”, muchos funcionarios, (ya sean hombres o mujeres), desde ministerios públicos, secretarios de acuerdos o jueces, ceden al poder de la corrupción.
Les pondré un ejemplo muy fácil que sucedió este domingo en un concierto en la alcaldía Iztapalapa de la Heidy Infante y la Sonora Dinamita, quién sufrió un ataque sexual en plena actuación por un músico de otra agrupación.
El toqueteo sexual fue grabado por algunos asistente, fue grabado y visto por cientos de personas; sin embargo, de nada sirvió porque no fue detenido a pesar de que las leyes de la ciudad de México, castiga estos actos de uno a tres años de prisión de acuerdo con el Artículo 179 del Código Penal de la Ciudad de México: “A quien solicite favores sexuales para sí o para una tercera persona o realice una conducta de naturaleza sexual indeseable para quien la recibe, que le cause un daño o sufrimiento psicoemocional que lesione su dignidad”.
Imagínese que fue tocada sexualmente y agredida físicamente ante los ojos de cientos de personas que captaron el momento, aún así no el tipo que lo hizo, no está detenido, ni sufrirá pena alguna; esto es lo que viven a diario las mujeres en este país.
Hasta cuándo se permitirá que estas situaciones sucedan, hasta cuándo las autoridades seguirán permitiendo que no se aplique, ni apliquen la justicia a las víctimas.
Un ejemplo más, de 2001 a junio de 2022, la Fundación Carmen Sánchez ha documentado 33 agresiones con ácido a mujeres. De estos casos, 60 por ciento fueron cometidos por quienes en ese momento o en el pasado habían mantenido una relación sentimental con la víctima, de esto el total de agresores, 85 por ciento fueron hombres.
La alta tolerancia de las autoridades mexicanas hacia la violencia contra las mujeres ha provocado que más del 90 por ciento de los ataques con ácido perpetrados se encuentren impunes.
Las sobrevivientes no solo luchan por sanar las cicatrices visibles e invisibles, también deben vigilar que las autoridades actúen con debida diligencia y perspectiva de género para poder acceder a la justicia.
Así es la impunidad y la corrupción en México, un mal que día con día crece y envuelve principalmente a las mujeres que son su principales víctimas en un país, donde nueve mujeres mueren diariamente bajo la complacencia de las autoridades de los tres niveles de gobierno.
